Un nuevo estudio revela una comunidad neolítica organizada en torno a linajes maternos en la actual provincia china de Shandong. Sobre las sociedades antiguas, las sociedades humanas coincidían con una idea sólida: las comunidades del Neolítico y la Edad del Bronce estaban organizadas de forma patrilineal, es decir, que se pasan a través del padre. Pero una nueva investigación, publicada recientemente en la prestigiada revista Nature, sacudido este consenso académico al descubrir una estructura social radical distinta al este de China, hace 4,500 años.
En el yacimiento arqueológico de Fujia en la costa actual de Shandong, los investigadores han desenterrado una comunidad matrilineal única, donde las mujeres encabezaban los clanes familiares y la descendencia se organizaba por línea materna. Fujia se convierte así en uno de los pocos ejemplos documentados científicamente de una sociedad matrilineal en tiempos prehistóricos, junto a casos como son en el cañón del Chaco en Estados Unidos o ciertas comunidades celtas del sur de Alemania. Pero lo que diferencia a Fujia es su profundidad temporal, y la continuidad a lo largo de generaciones y la claridad en que la genética, arqueología y otras disciplinas han trabajado juntas para reconstruir una vida que parecía marginal en el estudio de las primeras civilizaciones humanas.
En Fujia se remonta a un periodo comprendido entre el 2750 y el 2500 a. C, en plena cultura Dawenkou, conocida por su cerámica decorada y su desarrollo agrícola. Se han encontrado más de 500 tumbas organizadas en dos cementerios separados por apenas 100 m, situados a ambos lados de la zona residencial. Cada cementerio agrupaba exclusivamente a miembros de un mismo linaje materno. Estos individuos compartían una variante de ADN mitocondrial transmitido exclusivamente de madre e hijo, mientras que los de un cementerio sur pertenecen a un linaje distinto. Por el contrario, en los cromosomas Y, heredados solo por vía paterna, mostraban una gran diversidad, lo que sugiere que los hombres llegaban de fuera, mientras las mujeres constituían el núcleo estable de la comunidad. Pero los hijos e hijas crecían y eran enterrados dentro del clan materno, sin importar el origen de su padre.
Esto fue mantenido al menos por 250 años, un aproximado de diez generaciones, pero no solo refleja una estructura social cohesiva, sino que representa una forma de organización completamente opuesta a la tendencia dominante en Europa y Asia durante la época, esto demuestra que no siempre fue la línea paternal la que nos llevaba sino también la materna, dado que hoy se tiene por común las líneas paternas eran lo normal, en las sociedades se caracterizaban por el traslado de las mujeres de las comunidades de sus esposos, en una dinámica patrilocal que reforzaba el poder de los varones, una idea que rompe el patrón de forma clara y contundente en Fujia.
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