Categoría: Historia

Por: SAMUEL GARCIA GARCIA / Fecha: noviembre 24, 2025

En la edad media, se tenía el propósito de transformar la historia como una herramienta para estipular los valores de la moralidad, la fe y la glorificación de los actos caballerescos

Pintura de Huberto de Lieja, caracterizada por los simbolismos de su narrativa religiosa tales como la cruz, el venado y la fe. Digitalizado por el Castillo de Piria.

ACTO 1 | LA NARRATIVA DE LOS SIMBOLISMOS.

Siendo probablemente el nexo principal para la creación de narrativas literarias, la época medieval destaca en la glorificación de los actos caballerescos, la presencia de la divinidad y las frenéticas batallas de «Las Cruzadas». Muchos de estos elementos son transportados en la creación de los textos históricos durante este periodo. La influencia de la iglesia y la autoridad o poder que mantenía sobre el pueblo y la vida cotidiana era tanta como para alterar muchos parámetros de la historiografía. Se crearon nuevos métodos, nuevas subclases o géneros narrativos, y se impulsó la escritura plasmada desde la perspectiva e interpretación de su propio cronista. Fue un periodo de creación, de interpretación y paradigma.

Tras la caída de Roma y la expansión del territorio europeo ahora dominado por el cristianismo y la presencia religiosa, la iglesia obtuvo un gran poder de autoridad. Fue la encargada de velar por su población compartiendo la palabra de su fe en búsqueda de una «salvación divina». Muchas obras fueron creadas para este fin. Tanto así que cierta parte de los historiadores durante este periodo impregnaron sus escritos con promulgación religiosa o interpretaciones basadas en el folclore y la religión. En la antigua Roma y Grecia, en la era de la antigüedad clásica, la historia tenía un trasfondo un tanto diluido en el sentido religioso. Sí, conservaba cierto misticismo en la metáfora de la escritura y la filosofía, pero la base principal de la historiografía clásica era la investigación y documentación fidedigna. En la Edad Media, esto es diferente, se tenía el propósito de transformar la historia en una herramienta para estipular los valores de la moralidad y la fe. El sentido científico dejó de ser la normativa y el sentimiento literario empezó su auge. No puedo decir hasta qué punto es un inconveniente el cambio de paradigma, lejos de entorpecer la investigación moderna por la interpretación de textos de la época medieval en busca de algo correcto, es posiblemente una de mis épocas favoritas por cuestiones narrativas.

La historia alberga el uso de personajes imaginarios, simbolismos y personajes conocidos para representar hechos concretos. Fusiona los eventos temporales con la perspectiva de los «héroes» o los «eventos gloriosos» para retratar la vida cotidiana y las aspiraciones de esa sociedad. Deja ver la normativa social, la diferencia de clases, la perspectiva del pueblo y la contextualización de su entorno. Sin ir muy lejos, los cronistas se caracterizaban por justificar acciones u obras en sus escritos. Se usaba el pasado, la historia del territorio, para encontrar una manera de acreditar el sistema político, la influencia de la iglesia y las dificultades o «cambios» del tiempo. Las tradiciones y el prestigio tenían una gran carga dentro de las comunidades.

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Ilustración dentro de un manuscrito medieval que representa a un autor trabajando. Este tipo de áreas era llamado un «Scriptorium». «Abrégé des histoires divines», entre 1300 y 1310, digitalizado por «The Morgan Library Museum».

ACTO 2 | LAS NARRATIVAS FANTÁSTICAS.

La creación de los «exemplum» es una prueba del objetivo parcial de la creación de historias. Tenían la finalidad de ser una crítica moral. Cuentos o fábulas que relatan el pasado o el viaje de un personaje el cual actúa de manera «errónea» y solo encontraba la salida a sus problemas mediante la iglesia o la salvación por fe. Los cronistas usaban figuras y eventos del pasado para edificar a la iglesia o a un personaje concreto, como lo fueron las historias de reyes. Otorgaban enseñanzas y eran usados para comprender el criterio y la posición de la sociedad respecto a determinados temas.

La escritura de la historia era realizada en manuscritos o códices, algunas veces en papiros. Lo llamativo de esto es la ausencia de la imprenta. Esto supuso que la encomienda de la creación de manuscritos y libros estuviera encargada en su parte por la iglesia, quienes además acostumbraban a ser los únicos que sabían leer, lo que otorgaba mayor poder sobre el pueblo. La aparición de los «manuscritos ilustrados» es el comienzo de la toma de la religión sobre la historia. Mientras que cierta parte de los escritos estaban destinados a retratar los acontecimientos del presente —como lo son los anales o la genealogía—, los manuscritos ilustrados tenían como objetivo relacionar la religión con el pasado, demostrar a la iglesia como el único camino. Además, dado que la mayor parte de la población no sabía leer o su comprensión del idioma era deficiente o baja, las ilustraciones sirvieron como mecanismo de interpretación.

Algo que adoro de esta época es el sentimiento de honor que impregna la mayoría de historias. Se trata de actos heroicos, de aventuras gloriosas y enfrentamientos colosales en la búsqueda de defender una creencia. «Los anales» son documentos esquemáticos donde la principal función es llevar una fecha y un evento cronológico y de esta manera mantener un orden de sucesos. Fueron muy importantes para llevar un registro. Al principio solo se transcribieron sucesos que rompían el orden natural —como los diluvios, las plagas, los incendios—, pero después pasaron a preservar eventos sobresalientes —tratos políticos, contiendas o las coronaciones de reyes—. Se le da tanto énfasis a la preservación de los eventos trascendentales o no normativos, que muchos periodos y tiempos son conocidos por el nombre del líder o gobernante que reinaba en esa época. En la genealogía se hace uso de esto. Se trata de un género histórico que busca enumerar las sucesivas generaciones de príncipes, condes o monarcas. Menos que un aspecto cronológico y más una estipulación de linajes y títulos, la creación de árboles genealógicos y la historia contada desde los títulos de los líderes sirven como base para la interpretación de periodos. La designación de un tiempo concreto con base en un líder deja entrever la manera en la cual estos regían y la perspectiva del pueblo respecto a su gobernante y las consecuencias de sus acciones. Pero no todo es de esta manera, es conocido que muchos títulos e historias fueron comprados o encargados para ser retratados, una manera de endulzar o engrandecer a los gobernantes.

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ACTO 3 | LAS DISTINTAS LITERATURAS MEDIEVALES.

Uno de los géneros históricos medievales más conocidos es la hagiografía. Su objetivo se centra en la vida y las obras de los considerados «santos», «gloriosos» o «divinos». Probablemente se trate de uno de mis géneros favoritos. La narrativa de ficciones referentes a mártires, las historias de milagros o de personajes históricos que fueron testigos de eventos «divinos», siempre me es llamativa. Es una forma de retratar la vida espiritual y la organización religiosa de su sociedad. Mediante las historias, se contaban hechos que tenían como fin edificar el sentimiento de fe y religión.

Tras varios saltos temporales, la iglesia pierde un poco de poder por las Cruzadas. El primer enfrentamiento es de carácter religioso, pero las consecuencias tienen otros fines políticos y económicos. Esto trae consigo la llegada de las biografías, autobiografías y crónicas. La biografía se populariza por ser una narrativa de la vida y carácter de los obispos, abades y condes, pero poco después pasa a ser utilizada para retratar a los príncipes y reyes. La autobiografía es semejante, pero manteniendo al narrador como protagonista. Ambos géneros tenían de semejanza un trasfondo moral y edificante hacia los individuos, una forma de visualizarlos como modelos de vida; algunas veces incluso se agregaron sucesos sobrenaturales o divinos —como en la autobiografía de Jaime I de Aragón, quien según dice en su relato obtuvo el nombre tras haber prendido velas con nombres de apóstoles y siendo la del apóstol Jaime, la que nunca se apagó—.

Pintura de los últimos momentos del rey Jaime I de Aragón en el acto de entregar su espada a su hijo don Pedro. Pintura de Ignacio Pinazo Camarlench, en 1881, exhibida y digitalizada por «Museo del Prado», Madrid.

Las autobiografías no solo estaban destinadas a los reyes o monarcas. Lo cierto es que gran parte de la atención fue tratada en las crónicas. Incluso el subgénero de los testimonios de las cruzadas es injertado. Divididas en dos tipos: crónicas de las Cruzadas y crónicas universales, buscaban retratar las experiencias vividas del pueblo y de la sociedad. De los cambios y enfrentamientos de los cuales la Edad Media fue testigo. Aquí también es el nacimiento de la narrativa literaria donde los actos de caballerosidad y las justas de honor tienen mayor peso, convirtiéndose en un aspecto literario. Las crónicas de las Cruzadas se caracterizan por contar las experiencias vividas de la guerra por religión y las conquistas feudales. Son de carácter autobiográfico y fueron escritos principalmente por caballeros; estaban centrados en su vida cotidiana. Al mismo tiempo, con la caída paulatina del interés en la religión, las historias de cruzadas se convierten en historias caballerescas. Aquí se popularizan las novelas, las leyendas de héroes, el género literario.

Siendo todo lo contrario, las crónicas universales estaban empapadas de religión y la presencia de la iglesia. Se trata de una narrativa con perspectiva religiosa donde se documenta desde los orígenes del hombre hasta su actualidad. Casi como los anales, se caracterizaba por un aspecto cronista donde las fechas con mayor importancia eran la creación del hombre —la interpretación de la iglesia en relación con Dios como el creador—, la figura central de Jesucristo y las etapas de la humanidad —junto con la espera o preparativos para la venida de Jesucristo—. La historiografía medieval tenía a la historia como una realización del plan de Dios, como una prueba de sus acciones, un «recordatorio».

La época medieval entra entre mis favoritas por un sentido de narrativa literaria más que como una presencia cronológica. La historiografía es influenciada en su mayor medida por la iglesia y los acontecimientos sucedidos son en su mayoría atribuidos a una cuestión de fe. Personalmente creo que es ese mismo sentimiento de religión lo que contextualiza y ejemplifica los valores y costumbres de la época medieval. La popularización de cada género histórico en esta época es una demostración del fervor que se tenía por la búsqueda de algo, de un hecho «llamativo» o «glorioso». No es un secreto que este periodo ha pasado por guerras, hambrunas y muertes. No es sorpresa que se busque una interpretación mayor a las acciones, a la búsqueda de una escapada.

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—BIBLIOGRAFÍA—

  • Aurell, Jaume, Catalina Balmaceda, Peter Burke y Felipe Soza. 2013. La historiografía medieval: siglos IX-XV. Comprender el pasado. Una historia de la escritura y el pensamiento histórico. Historiografías 8 (julio-diciembre); 95-119.
  • Pascual, Antonio. 2015. La reina y las doce velas. Antrophistoria. https://www.antrophistoria.com/2015/11/la-reina-y-las-doce-velas.html (Consultado el 25-9-2023)