Categoría: Historia

Por: SAMUEL GARCIA GARCIA / Fecha: octubre 13, 2025

Para 1926, tras la «Revolución Mexicana» y la instauración de una «política modernista», las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado mexicano se encontraban en gran tensión.

Portada Original de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917. Fotografía tomada en el Archivo General de la Nación.ACTO 1 | EL CONFLICTO IGLESIA Y ESTADO.

ACTO 1 | EL CONFLICTO IGLESIA Y ESTADO.

La religión siempre ha sido un elemento importante en la construcción del México moderno. Se encuentra dentro del esqueleto revolucionario y de independencia como un catalizador poderoso de la formación de masas y luchas comunes. Para 1926, tras la «Revolución Mexicana» y la instauración de una «política modernista», las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado mexicano se encontraban en gran tensión. El enfrentamiento tuvo como consecuencia la aparición de una nueva clase social, la alteración de la jerarquía social, y un estatus socio-económico apenas estable; los campesinos, que hasta ese momento contaban con poco poder, fueron recompensados con derechos e indulgencias nunca antes vistas. En la búsqueda de la modernidad, los revolucionarios percibieron a la Iglesia y su influencia en el Estado, como un obstáculo para la modernización. Esto puede ser explicado desde un lado político con la filosofía de Plutarco Elías Calles, que consideraba a los católicos en sí mismos como un grupo político arraigado en lo profundo del núcleo nacional. Se instauró la «Constitución de 1917», donde se reguló los actos religiosos públicos. Dicha constitución, se interpretó como la intromisión del Estado en los asuntos religiosos. El conflicto entre la Iglesia y el Estado trascendió al sector público e inició un debate interno acompañado de múltiples guerrillas armadas; la dicotomía Iglesia-Religión contra el Estado-Revolución.

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Retrato de Plutarco Elías Calles, presidente de México, 1928. Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

ACTO 2 | LA CRISTIADA.

La Revolución Mexicana y otros conflictos pasados a lo largo del país son, en esencia, movimientos populares, eventos de creencias y luchas compartidas. Por tanto, si bien durante el régimen de Álvaro Obregón los conflictos religiosos fueron puestos de lado en pro de concentrar sus esfuerzos contra los movimientos huertistas, durante la presidencia de Elías Calles, la religión se convirtió en un punto importante. Calles tenía razones políticas para aminorar la presencia de la religión en el país pues, aunque, gracias a la Constitución de 1917, México fue proclamado como «laico y republicano», comprendía el poder que podía ejercer la agrupación religiosa como un propio partido político en sí mismo. Usando como excusa una «razón de Estado», se instauró un ambiente republicano y laico tipificado como «Jacobino». Los católicos de todas las sociedades, imitando a los defensores de la Revolución, manifestaron su descontento mediante el periodismo; al poco tiempo, se inició una Guerra Cristera que usó tanto las armas, como la tinta y el papel.

El llamado «Programa de Liga» fue una declaración otorgada a la prensa nacional el 21 de marzo de 1925 que asentó el marco ideológico de las exigencias religiosas como la libertad de enseñanza, el derecho religioso de los ciudadanos, la Iglesia y los trabajadores católicos. De cierta forma, fue un intento de reformular los artículos de la Constitución de 1917 que atentaban contra dichos derechos; por ejemplo, los artículos 3, 5, 24 y 130. En respuesta, Calles utilizó este último artículo para «señalar» el incumplimiento de la ley pues, a su criterio, «el artículo 130 prohibía la formación de toda clase de agrupación política, cuyo título tenga alguna palabra o indicación cualquiera que las relaciona con alguna confesión religiosa».

Estos actos de censura, represión y violencia no quedaron solo en el paradigma social, repercutió gravemente en el periodismo como consecuencia del discurso revolucionario progresista que justificaba el fin mediante los medios. El periodismo católico se convirtió en un peligro latente. Un elemento de protesta que contaba con el poder de influenciar a la población y, en represalia, el periodismo revolucionario dirigió todos sus esfuerzos por combatirlo. Mientras el primero intentó denunciar internacionalmente los actos violentos de represalia, el segundo se esforzó por negar la existencia de una guerra religiosa en el país.

Ante la muestra de poder político por parte del Estado, varios estados de la República comenzaron a tomar medidas en contra de los católicos: se clausuraron conventos y centros religiosos, se redujo el número trabajadores católicos, y se cerraron colegios. Para los ciudadanos, las decisiones fueron una declaración de persecución religiosa contra los católicos en México. El primer grupo cristero nació en Querétaro en agosto de 1927. Un grupo militar que declaró contar con más de 500 hombres en sus filas —que, de hecho, era una exageración… no eran más de 40, aunque para mayo apenas y llegaban a 300–, y que mediante la intimidación y promesas de guerrillas, iniciaron una sucesión de enfrentamientos que pusieron en tela de juicio el poder del Estado en el control de la Guerra Cristera.

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Cristeros reciben la comunión antes de combatir, 1926. Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

ACTO 3 | EL TRATADO.

Las pláticas entre el gobierno mexicano y la Iglesia católica para restablecer la paz iniciaron en mayo de 1929. Los términos de negociación fueron impuestos por el gobierno, quien decía no tenía el propósito de destruir la identidad de la Iglesia o intervenir en sus funciones espirituales. Sin embargo, declararon que la normativa de los artículos constitucionales referentes a la religión continuaría vigente. De cierta manera, la Iglesia mantenía el mismo estatus anterior respecto a la reanudación de sus servicios religiosos, pero para la jerarquía católica, no se trató de una victoria. En Guerrero, en julio de 1929, se habían sometido cerca de 26 combates, tiroteos y escaramuzas; una vez fue pactada la paz, los «heroicos» soldados de Cristo Rey empezaron a rendirse y entregar las armas. La negociación de la paz no se tradujo de forma inmediata.

La Guerra Cristera puede ser vista de diferentes maneras, dependiendo de qué perspectiva de la lucha decidas enfocarte. Por un lado, desde la posición revolucionaria de Calles, se trata de una lucha política para mantener el control del gobierno por encima de la fe para garantizar una modernidad y aprovechar los avances que el gobierno de Obregón trajo consigo. Para otros, desde la visión religiosa, se trató de una represión violenta y desenfrenada que atentó contra el principio de libertad de expresión y creencias.

Esto se puede apreciar mejor en la manera que fue realizado el periodismo y la enorme influencia que tuvieron los medios para insertar sus ideas en la población. La prensa católica defendía su derecho de exponer la verdad sobre la persecución religiosa. Esto era, entre muchas cosas, el número de víctimas —tanto ciudadanos que se vieron envueltos en las guerrillas, como periodistas católicos que fueron silenciados o fusilados como represalia—, la exposición de la clausura de lugares religiosos públicos y el tormento de sus ciudadanos. Lo cierto es que ambos elementos funcionaron con una sinergia que fue ignorada en favor del discurso de odio y poder político: mientras que el gobierno revolucionario echó a andar proyectos educativos, económicos y sociales, como las campañas de alfabetización en todos los rincones del país, la Iglesia lo hacía a su manera también —como en el caso de la alfabetización— desde el púlpito y la comunidad. La Guerra Cristera podría describirse como un momento político donde las dos perspectivas más predominantes del país se enfrentaron: lo religioso y lo laico.

Cristeros en un campo, retrato de grupo, 1926-1929. Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

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—BIBLIOGRAFÍA—

  1. García Ugarte, Marta Eugenia. 1995. Los católicos y el presidente Calles. Revista Mexicana de Sociología 57 (39) (julio-septiembre): 131-55.
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  3. Meyer, Jean. 1985. La Cristiada: La Guerra de los Cristeros. México: Siglo XXI.
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