Categoría: Historia

Por: SAMUEL GARCIA GARCIA / Fecha: noviembre 3, 2025

Tan es su relevancia y poder, que ha podido penetrar en el ámbito institucional y público, creando estragos sociales que representan una conciencia histórica determinada

Pintura de José María Morelos y Pavón, misma que contiene ciertos elementos que tienden a aparecer en sus ilustraciones como lo es el color de su piel. Misma narrativa que se ha extendido. Digitalizado por el «Museo del Calendario».

ACTO 1 | EL PARADIGMA EUROCENTRISTA QUE SE ARRAIGÓ EN NUESTRA PERSPECTIVA HISTÓRICA.

El paradigma eurocentrista siempre ha estado arraigado en las ramificaciones de nuestra sociedad como un paradigma difícil de erradicar. La influencia de Europa tiene mayor dominio en el colonialismo de América y la manera en la cual se ha creado una narrativa nacionalista que intenta reivindicar la desastrosa era que fue la dominación de los territorios, e impulsar una nueva ficción de independencia y autonomía alejada de las fuerzas colonizadoras. Sin embargo, incluso con dicha postura, las bases del colonialismo siguen estando en la sociedad, incluso en el aspecto más básico como lo es la educación y la conciencia social. Hans-Joachim König, un historiador conocido por su fuerte crítica hacía las naciones, lleva a cabo un análisis crítico en su artículo «¿Descolonización de la historia?, Historia, heterogeneidad y nación», sobre dicha visión de la historiografía latinoamericana que se ha visto endulzada por el paradigma eurocentrista y ha propiciado la creación de productos historiográficos nacionalistas y políticos.

Un ejemplo muy marcado de la influencia eurocentrista en el ámbito historiográfico, es vista en los productos literarios de la historia. Siendo incluso un aspecto principalmente ficticio, las bases históricas que los autores utilizan para la creación del mundo narrativo, se encuentra deconstruido por una historiografía que pretende crear un discurso histórico que se aleja de la realidad. Especialmente en aquellos procesos que crean un sentir nacionalista con el cual identificarse. La conciencia histórica siempre ha tenido un papel relevante en la formación de la historiografía como un instrumento de cohesión y legitimación social o política. La historia misma ha tenido periodos donde se ha visto obligada a crear concesiones a favor de intenciones políticas o religiosas —la Edad Media o el Orientalismo, por ejemplo—. Tan es su relevancia y poder, que ha podido penetrar en el ámbito institucional y público, creando estragos sociales que representan una conciencia histórica determinada.

Esta narrativa denominada como «historia de la patria», fue considerada como un vehículo para la propagación de los valores del Estado en turno, es decir, se convirtió en un instrumento para la formación de una conciencia nacional que empatizara y congeniara con la sociedad para crear una identificación nacionalista y de patriotismo. No se puede dejar de lado la manera en la cual se empezó a utilizar, semejante en años de antaño con la influencia de la Iglesia en el Estado, a los autores principales de los actos históricos que cometieron «acciones heroicas», como sujetos de referencia a la patria; teniendo el ejemplo de la Revolución Mexicana o la independencia de México, personajes patrióticos que hacen frente al colonialismo absolutismo español, que logran transmitir a las posteriores sociedades una gloria personal y una importancia algo ficticia pero necesaria para el Estado.

Pintura de Pancho Villa, 1931, por José Clemente Orozco. Dependiendo que versión de la historia se decida contemplar, la narrativa del personaje de Pancho Villa, tiende a ir de blanco o negro. Digitalizada por el «Museo de Arte Carrillo».

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ACTO 2 | LOS PROTECTORES DE LA «VERDADERA HISTORIA»; O DONDE EL NACIONALISMO METE SU CUCHARA.

La creación de una «Academia», era poder contar con una institución que «protegiera» la historia nacional y regularizara, principalmente, las obras de historia tanto académicas, como educativas. Es por esto, que la relación de los historiadores con el aspecto más académico de la materia, era de carácter sentimental o emocional, y no motivado por un verdadero deseo de indagar y analizar a profundidad los procesos históricos y su relevancia narrativa. Tanta era la necesidad de la construcción de una narrativa nacionalista, que incluso varios de los proyectos académicos realizados, no eran provenientes de autores profesionales, sino de autores que tenían como pasatiempo la historia en sus horas libres.

Pintura que representa la caída de Juan Escutia, uno de los niños héroes. Lo cierto es, la narrativa de los niños héroes es una de las más cuestionadas por la historiografía mexicana respecto a su fidelidad. Digitalizado por el Gobierno de México.

Es en este momento, entre 1970 y 1980, que se intenta crear una manera de que la historia nacional —que se había convertido en la historia oficial—, y sus representantes que ocupan un estatus de dominio en el Estado y las actividades gubernamentales, fuera reivindicada con una nueva visión neutral y descolonizadora. Los grupos no blancos de la población, los indígenas y los descendientes de los esclavos negros, eran considerados en el pasado como objetos del colonialismo dominante, pero no figuraban como personas que participen activamente en el proceso histórico. Esta nueva historiografía naciente, intenta establecer un modo de investigación que permite iluminar críticamente el pasado y comprender el presente analizando todas las dimensiones, actores sociales y eventualidades, para comprender los procesos históricos reales que dan pie a la formación de una nación.

En el pasado, la historia nacionalista se trató de un patriotismo propagado que alababa a la clase alta para impulsar a las masas en el desarrollo de una sociedad-Estado común. La cotidianidad escuchaba dichas narrativas heroicas, aquellas luchas de sus semejantes, y veían dichas posturas, tales resultados, como únicas formas correctas de desarrollar la sociedad. El verdadero cambio no empieza hasta que los movimientos indígenas, la conciencia social, y la descolonización, comenzaron a adentrarse en lo profundo de la Academia, desde que se empezaron a crear concesiones que suprimieran aquella sociedad dominante criolla y eurocentrista.

Creo que no se puede olvidar que, aunque la historia inició como la creación de narrativas heroicas y la formación de personajes identificables para las sociedades, el papel del historiador siempre fue ofrecer una postura neutral, analítica y crítica de cualquier proceso histórico. La tarea del historiador, de aquel que utiliza a la academia o cualquier institución analítica, es contribuir a la nueva historia con investigaciones y enseñanzas de la historia cultural que contengan tanto la herencia histórica, los diferentes legados culturales, y la memoria histórica, para crear un espacio donde se integren todos estos elementos y formar así una sociedad consciente de todos los aspectos culturales y sociales. Especialmente cuando dichos espacios, inician desde la institucionalización de la historia y su enseñanza.

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—BIBLIOGRAFÍA—

  • König, Hans-Joachim. 1977-2000 ¿Descolonización de la historia? Historia, heterogeneidad y nación. Iberoamericana 24 (2/3 [78/79]): 33-51.