Categoría: Historia

Por: SALVADOR ANGUIANO GOMEZ / Fecha: agosto 25, 2025

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Exploraremos los aspectos más importantes e impactantes de este lugar.

Turkmenistán: Entre el mármol y la represión

Introducción

Turkmenistán, una nación ubicada en Asia Central, es frecuentemente ignorada en los debates internacionales. Sin embargo, bajo su superficie de opulencia arquitectónica y riqueza en recursos naturales, se esconde uno de los regímenes autoritarios más cerrados y represivos del mundo. Este ensayo examina las diversas facetas de la gobernanza turcomana, desde el culto a la personalidad y la censura mediática hasta la discriminación sistemática y la corrupción endémica.

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El culto a la personalidad y la arquitectura del poder

Desde su independencia de la Unión Soviética en 1991, Turkmenistán ha estado bajo el control de líderes que han promovido un intenso culto a la personalidad. Saparmurat Niyazov, el primer presidente, se autoproclamó “Turkmenbashi” o “líder de todos los turcomanos” y estableció un régimen que fusionaba el nacionalismo con una veneración casi religiosa hacia su figura.

Una de las manifestaciones más notorias de este culto fue la construcción de estatuas doradas en su honor, incluyendo una que giraba para seguir al sol. Además, Niyazov impuso el Ruhnama, un libro de su autoría que combinaba historia, moral y filosofía, como texto obligatorio en escuelas, universidades y exámenes de conducción.

Su sucesor, Gurbanguly Berdimuhamedov, continuó esta tradición, erigiendo monumentos en su honor y promoviendo su imagen a través de medios estatales. En 2020, inauguró una estatua dorada de su perro favorito, el Alabay, simbolizando la continuidad del culto a la personalidad en el país.

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Corrupción sistémica y desigualdad económica

A pesar de poseer vastas reservas de gas natural, Turkmenistán enfrenta una corrupción endémica que permea todos los niveles de la sociedad. Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2024 de Transparency International, el país se ubicó en el puesto 165 de 180, con una puntuación de 17 sobre 100, indicando una corrupción muy alta.

La corrupción no se limita a las altas esferas del gobierno; también afecta la vida cotidiana de los ciudadanos. Se requieren sobornos para acceder a servicios básicos como educación, atención médica y trámites administrativos. Esta situación ha exacerbado la desigualdad económica, dejando a gran parte de la población en condiciones de pobreza, mientras la élite gobernante disfruta de lujos y privilegios.

Represión de la prensa y libertad de expresión

La libertad de prensa en Turkmenistán es prácticamente inexistente. Todos los medios de comunicación están controlados por el Estado y deben promover una imagen positiva del país. La censura es omnipresente, y los periodistas que intentan informar de manera independiente enfrentan persecución, encarcelamiento e incluso la muerte.

Un caso emblemático es el de la periodista Ogulsapar Muradova, quien murió en prisión en 2006 después de ser detenida sin representación legal. Más recientemente, en 2023, la periodista Soltan Achilova fue golpeada por la policía y se le prohibió salir del país, evidenciando la continua represión hacia la prensa independiente.

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Discriminación hacia la Comunidad LGBTQ+

La homosexualidad masculina está criminalizada en Turkmenistán bajo el Código Penal de 1997, con penas de hasta dos años de prisión. Aunque la ley no menciona explícitamente a personas transgénero, las autoridades suelen confundir identidad de género con orientación sexual, lo que lleva a la persecución de personas trans. ​(Fuente) Human Dignity Trust

Los informes indican que las personas LGBTQ+ enfrentan arrestos arbitrarios, violencia y discriminación sistemática. En algunos casos, las autoridades han sometido a los detenidos a exámenes médicos forzados y los han internado en instituciones psiquiátricas bajo el pretexto de “curar” su orientación sexual.

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Explotación de recursos naturales y relaciones internacionales

Turkmenistán es rico en hidrocarburos, produciendo aproximadamente 80 mil millones de metros cúbicos de gas natural en 2022, de los cuales exportó cerca de la mitad, principalmente a China. Recientemente, el país firmó un acuerdo para exportar gas a Turquía a través de Irán, lo que refleja su estrategia de diversificar sus mercados energéticos.

Sin embargo, la riqueza generada por estos recursos no se traduce en mejoras para la población general. La falta de transparencia y la corrupción en la gestión de los ingresos del gas han impedido que estos beneficios lleguen a los ciudadanos, perpetuando la pobreza y la desigualdad.

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Trabajo forzado y violaciones de Derechos Humanos

Turkmenistán ha sido acusado de utilizar trabajo forzado en la cosecha anual de algodón, involucrando a decenas de miles de ciudadanos, incluidos niños. El Índice Global de Esclavitud 2023 estimó que 72,000 personas viven en condiciones de esclavitud moderna en el país.

Estas prácticas han llevado a que Estados Unidos prohíba la importación de productos de algodón provenientes de Turkmenistán desde 2018. A pesar de las condenas internacionales, el gobierno turcomano ha mostrado poca disposición para erradicar estas violaciones de derechos humanos.

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Educación como herramienta de indoctrinación

Uno de los mecanismos más efectivos del régimen para perpetuar el culto al líder y su ideología es el sistema educativo. Durante la presidencia de Niyazov, el Ruhnama fue declarado el segundo libro más importante después del Corán. Era obligatorio memorizar capítulos enteros desde la escuela primaria hasta la universidad, y su conocimiento era evaluado incluso para obtener licencias de conducir o puestos de trabajo en el gobierno.

Aunque su sucesor redujo ligeramente el énfasis en el Ruhnama, el sistema educativo sigue estando marcado por una fuerte carga ideológica. La historia oficial es cuidadosamente editada para glorificar a los líderes actuales y omitir cualquier crítica al régimen. Esto crea generaciones enteras de ciudadanos adoctrinados y desprovistos de herramientas críticas para cuestionar su realidad.

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Internet y aislamiento digital

El aislamiento no es solo físico, sino también digital. El acceso a internet está fuertemente restringido y monitoreado por el gobierno. Las redes sociales están bloqueadas, al igual que muchos sitios de noticias internacionales y plataformas de mensajería. Los ciudadanos que acceden a información del exterior mediante VPN pueden ser perseguidos por las autoridades.

Además, no existe prensa libre en línea. Los blogs críticos son eliminados rápidamente, y muchos activistas recurren al exilio para continuar su labor informativa. Este entorno digital hostil contribuye al desconocimiento generalizado dentro del país sobre la situación real en el mundo y, por ende, refuerza la narrativa oficial.

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Salud pública y acceso a servicios

Aunque las cifras oficiales presentan a Turkmenistán como un país con altos estándares de salud, la realidad dista mucho de eso. Los hospitales suelen carecer de recursos, medicamentos y personal capacitado. La corrupción dentro del sistema de salud implica que muchos tratamientos solo están disponibles para aquellos que pueden pagar sobornos considerables.

Durante la pandemia de COVID-19, el gobierno negó rotundamente la existencia del virus en el país, a pesar de reportes independientes que indicaban una alta tasa de mortalidad. Este negacionismo evidenció el desprecio del régimen por la transparencia y el bienestar de sus ciudadanos.

Política exterior y neutralidad activa

Turkmenistán se declara como un país neutral, reconocido como tal por la ONU en 1995. Esta “neutralidad permanente” le ha permitido evitar alineamientos geopolíticos fuertes, manteniendo relaciones con Rusia, China, Irán y países de Asia Central. Sin embargo, este aislamiento diplomático también ha dificultado el escrutinio internacional y la presión para reformas democráticas.

La neutralidad ha sido utilizada por el régimen como un escudo para justificar su falta de reformas políticas y su escaso compromiso con los derechos humanos. Irónicamente, este aislamiento no ha impedido que el país participe activamente en la exportación de gas, lo que muestra que la neutralidad turcomana es más selectiva que ética.

Conclusión

Turkmenistán, en su forma actual, es un caso paradigmático de cómo un régimen puede utilizar símbolos de modernidad, riqueza y estabilidad para encubrir una profunda crisis de derechos humanos y democracia. Detrás de los monumentos de mármol y las estatuas bañadas en oro, se oculta una maquinaria política que silencia, reprime y empobrece a su pueblo.

Las reservas de gas, que podrían ser una bendición económica, han servido principalmente para consolidar el poder de una élite autoritaria. Mientras tanto, los ciudadanos enfrentan censura, pobreza, discriminación y una educación diseñada no para emancipar, sino para obedecer.

En un mundo que avanza hacia mayores estándares de derechos humanos, Turkmenistán permanece como un recordatorio de que el autoritarismo no ha desaparecido: simplemente se ha adaptado. Su estudio no solo es necesario, sino urgente, si aspiramos a construir un futuro donde los derechos y las libertades sean universales, no privilegios de unos pocos.

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Inspirado en el canal de Araya Vlogs en su reportaje de Turkmenistán
Imágenes cortesía de Google