Categoría: Tecnología

Por: SALVADOR ANGUIANO GOMEZ / Fecha: noviembre 10, 2025

La ROG Ally X prometía unir la potencia del PC con el alma de Xbox, pero su falta de compatibilidad con juegos de consola, su alto precio y las polémicas técnicas dividieron al mundo gamer.

“ROG Ally X: la portátil que quiso ser consola y encendió el debate sobre el futuro del gaming”

La presentación de la ROG Ally X —una colaboración entre ASUS Republic of Gamers y Xbox— prometía una revolución: potencia de PC, alma de consola y espíritu portátil. Pero, como suele ocurrir con los sueños tecnológicos, la realidad resultó más compleja.

Anunciada con gran expectación en el verano de 2025, la Ally X nació bajo una premisa provocadora: llevar la experiencia de Xbox a la palma de la mano. Una máquina compacta, elegante, que prometía unir el universo del PC gaming con la comodidad de una consola. Sin embargo, apenas días después de su lanzamiento, las redes sociales ardieron.

El motivo: a pesar del logotipo de Xbox grabado en su carcasa, la ROG Ally X no corre juegos nativos de consola Xbox. Ni Halo Infinite, ni Gears 5, ni Forza Horizon desde el ecosistema cerrado de Xbox. Solo versiones de PC, ejecutadas en Windows 11, mediante plataformas como Steam, Epic Games o Game Pass PC.

El público se sintió confundido y traicionado: “¿Para qué lleva el nombre de Xbox si no puedo meterle un disco ni acceder a la consola virtual?”, se leía en los foros de Reddit y X (antes Twitter).


El espejismo de la consola que no lo era

En realidad, la estrategia de Microsoft fue más sutil —y también más arriesgada. Con la Ally X, Xbox buscaba extender su ecosistema más allá del hardware clásico, apostando por una visión en la que el servicio Game Pass y la nube sean más importantes que las consolas físicas.

Sin embargo, la decisión de no integrar compatibilidad nativa con los juegos de consola generó una tormenta de críticas. Para muchos, fue una señal de que Xbox estaba renunciando a su propia identidad.

Poco después del lanzamiento, un rumor comenzó a circular en medios especializados: la Ally X sería, en realidad, la última consola de Xbox como la conocemos. Microsoft, según filtraciones, se estaría preparando para abandonar el hardware tradicional y centrarse en un modelo híbrido de software, servicios y alianzas con fabricantes como ASUS, Lenovo o MSI.

El rumor encendió el debate: ¿estamos ante el final de la era Xbox?


La Ally blanca: un comienzo prometedor, pero con pies de barro

Antes de la Ally X, ASUS había lanzado la ROG Ally original, reconocible por su carcasa blanca y su diseño ligero. Fue la primera en intentar combinar potencia y portabilidad bajo el sello de Republic of Gamers. Sin embargo, el tiempo no fue amable con ella.

Pese a su recepción inicial positiva, los usuarios pronto descubrieron sus limitaciones técnicas. Su procesador AMD Z1 Extreme —una versión anterior al nuevo Z2— ofrecía un rendimiento decente en juegos de 2023 y 2024, pero se quedaba corto frente a las exigencias de los títulos más recientes y, sobre todo, frente al futuro cercano del gaming.

La memoria RAM de 16 GB, su batería reducida de 40 Wh y su único puerto USB-C dificultaban el juego prolongado y limitaban la capacidad de expansión. Algunos juegos de gran peso gráfico, como Starfield o Alan Wake 2, corrían con tirones o requerían reducir la resolución a 720p para mantener fluidez.

Con el paso de los meses, la Ally blanca fue quedando relegada a un papel incómodo: demasiado cara para ser una consola casual, demasiado débil para reemplazar a un portátil gamer serio.

En foros y reseñas, los usuarios comenzaron a llamarla “una promesa incompleta”, un experimento que sirvió de laboratorio para el modelo X, pero que no logró cumplir las expectativas del marketing original.

La llegada de la  X —negra, más robusta, con el doble de batería y 24 GB de RAM— fue vista como una corrección de curso… aunque muchos compradores de la versión anterior se sintieron defraudados. “Nos vendieron una beta disfrazada de producto final”, escribió un usuario en YouTube, en un comentario que acumuló miles de reacciones.


Competencia: el fantasma de Nintendo

La polémica creció aún más cuando Nintendo anunció su Switch 2, prevista para mediados de 2026.
Comparada con ella, la Ally X se siente como un producto de otra galaxía: potencia bruta frente a la sencillez familiar. Mientras la Switch 2 busca seguir siendo una consola accesible, con alma doméstica y espíritu lúdico, la ROG Ally X apuesta por sofisticación, rendimiento y estética gamer de élite.

El contraste revela dos filosofías: Nintendo sigue apelando a la emoción y la nostalgia; Xbox-ROG apuesta por el rendimiento técnico y la fusión de mundos. Pero ambos saben que compiten por el mismo territorio: el tiempo libre portátil de una generación que ya no quiere estar atada a un televisor.


Una joya técnica, pero con matices

Nadie puede negar la belleza técnica de la ROG Ally X. Su procesador AMD Ryzen Z2 Extreme, sus 24 GB de RAM y su pantalla de 120 Hz ofrecen una experiencia fluida, capaz de correr títulos como Cyberpunk 2077 o Elden Ring sin pestañear.

Pero esa potencia tiene un costo. Literal y figurado.

Su precio de casi 20 mil pesos en México (unos 999 USD) la coloca muy por encima de lo que un jugador promedio puede o quiere pagar. Además, la batería, aunque mejor que la del modelo anterior, difícilmente supera las tres horas de juego continuo en títulos exigentes.

Y luego está el tema de Windows 11: un sistema operativo que, aunque versátil, no fue diseñado para consolas. Menús, notificaciones y configuraciones pueden interrumpir la experiencia de juego, recordándole al usuario que lo suyo no es una consola, sino una PC disfrazada.


Las voces del desencanto

En las comunidades de jugadores, las reacciones han sido polarizadas. Los entusiastas del PC ven la Ally X como la mejor máquina portátil jamás creada, una verdadera computadora de juegos en miniatura.
Los fans tradicionales de Xbox, en cambio, la consideran una promesa incumplida.

“Nos vendieron una Xbox sin Xbox”, escribía un usuario en un blog especializado. Otros criticaban que Microsoft explotara la marca para promover un producto que no pertenece al universo de consolas.
El debate incluso llegó a los medios culturales, donde algunos analistas la interpretan como una metáfora de nuestra época tecnológica: un objeto hermoso, poderoso, pero desconectado de su propósito original.


Entre el mito y el mercado

La ROG Ally X no es un fracaso ni un triunfo rotundo. Es un experimento. Una declaración de intenciones. Representa el momento en que la industria del videojuego empieza a preguntarse qué significa “jugar” en el siglo XXI.

¿Jugar es poseer una consola, o simplemente tener acceso a un catálogo en la nube?
¿Importa el hardware, o basta con una buena conexión y un mando inalámbrico?

La respuesta todavía no está clara. Pero lo que sí es evidente es que, con la Ally X, Xbox ha encendido una discusión cultural sobre el futuro del entretenimiento digital.


Pros y contras en resumen

Ventajas:

  • Rendimiento sobresaliente para juegos AAA.

  • Integración completa con Game Pass PC y servicios en la nube.

  • Construcción premium, refrigeración silenciosa, pantalla de alta tasa de refresco.

Desventajas:

  • No ejecuta juegos nativos de Xbox.

  • Batería limitada en juegos exigentes.

  • Precio elevado.

  • Dependencia de Windows 11 y configuración técnica.

  • La versión blanca (original) queda obsoleta para juegos actuales y futuros.


Conclusión: el dilema del poder portátil

La ROG Ally X es tanto una maravilla tecnológica como un símbolo de nuestra era de contradicciones: una máquina pensada para el futuro, pero perseguida por las expectativas del pasado.
Su lanzamiento no solo reavivó la conversación sobre la portabilidad y el poder, sino también sobre la identidad de una marca que parece debatirse entre la nostalgia de la consola tradicional y el nuevo horizonte digital sin fronteras físicas.

Quizá dentro de unos años, cuando miremos atrás, recordemos a la Ally X no como “la Xbox que no lo fue”, sino como el punto donde el videojuego dejó de ser un objeto para convertirse en una experiencia líquida, libre y —por fin— verdaderamente portátil.