Categoría: Historia

Por: SALVADOR ANGUIANO GOMEZ / Fecha: diciembre 15, 2025

La independencia de México no nació como libertad: Hidalgo y otros criollos buscaban defender al rey, y 1821 fue un pacto de élites, no un triunfo del pueblo.

Las mentiras de la Independencia: cuando los héroes no buscaban la independencia

Cada año, en septiembre, el país se pinta de verde, blanco y rojo. Los niños ensayan en la escuela el “Grito de Dolores”, los presidentes repiten las palabras de Miguel Hidalgo y se rinde culto a una galería de personajes convertidos en santos patrios. Pero la historia real dista mucho de lo que aparece en los libros de texto. Detrás de los festejos y las estatuas se esconde una verdad incómoda: ninguno de los supuestos héroes de la Independencia buscaba realmente la independencia de México. Pero vámonos por orden.

La falsa “Conquista de México”

Cuando se habla de la “Conquista de México”, la historia oficial nos cuenta que Hernán Cortés y unos cientos de españoles derrotaron a un gran imperio y fundaron lo que después sería la Nueva España. Pero esa narrativa es engañosa.

  1. México no existía. En 1519 no había una entidad llamada “México”. Existía el Imperio mexica, con capital en México-Tenochtitlan, que dominaba militarmente a muchos pueblos sometidos y resentidos por los altos tributos y sacrificios humanos. Decir que “conquistaron México” es anacrónico: no se puede conquistar lo que aún no existe.
  1. No fue Cortés contra los mexicas, sino indígenas contra mexicas. El mito dice que 500 españoles derrotaron a miles de guerreros mexicas. La verdad es que Cortés se alió con pueblos como los tlaxcaltecas, totonacas, huejotzincas y muchos otros que veían en los españoles una oportunidad de liberarse del dominio mexica. La derrota de Tenochtitlan en 1521 fue resultado de una coalición indígena masiva, en la que los españoles eran minoría.
  1. La “conquista” duró siglos, no tres años. La caída de Tenochtitlan en 1521 no significó el control total de lo que hoy llamamos México. Durante los siguientes doscientos años hubo guerras en el norte (chichimecas, yaquis, apaches, mayos), en el sur (mayas, lacandones) y en regiones enteras que jamás fueron completamente dominadas. La llamada “conquista de México” es en realidad una guerra interminable de colonización que se extendió durante siglos.
  1. El mito del nacimiento de México. La historia oficial nos dice que de la conquista nació México. Pero lo cierto es que lo que nació fue la Nueva España, una colonia española construida sobre las ruinas de Tenochtitlan y sobre la sangre de millones de indígenas. México, como país, solo empezó a existir después de 1821, y aun entonces con muchas continuidades coloniales.

Resumiendo:

1521: La “conquista” como pacto

  • Hernán Cortés no derrotó solo al Imperio mexica.
  • Firmó alianzas con pueblos sometidos por los mexicas (Tlaxcaltecas, Totonacas, Huejotzincas, etc.) que vieron en los españoles una oportunidad de vengarse o liberarse del yugo tributario y militar.
  • La caída de Tenochtitlan fue resultado de esa coalición, no de la fuerza española en solitario.
  • En realidad, fue un pacto entre élites indígenas rivales y un pequeño grupo europeo, donde los pueblos originarios entregaron tropas y recursos a cambio de un nuevo equilibrio de poder.

¿Cómo inicia realmente la Independencia de México?

La historia oficial dice que todo comenzó con el “Grito de Dolores”, un acto heroico en el que Miguel Hidalgo llamó a luchar por un México libre. La verdad es otra.

La independencia de México no comenzó como independencia. Inició como una conspiración de élites criollas en Querétaro, cuyo objetivo no era crear una nueva nación, sino formar una junta de gobierno local en nombre del rey Fernando VII, depuesto por Napoleón en España.

El levantamiento del 16 de septiembre de 1810 fue, en realidad, una decisión improvisada. La conspiración había sido descubierta y sus líderes, entre ellos Hidalgo y Allende, se vieron obligados a levantarse en armas antes de lo planeado. El famoso “Grito” no fue un llamado a la libertad de México, sino a la defensa de la religión católica, del rey cautivo y contra el mal gobierno de los peninsulares.

Es decir: al inicio nadie hablaba de independencia absoluta, mucho menos de un México soberano. Se trataba de una revuelta para que los criollos tuvieran más control político y económico en ausencia de la autoridad peninsular. La independencia total fue una idea que maduró con el tiempo, forzada por las circunstancias de la guerra, y solo se concretó cuando convino a las élites criollas pactar con antiguos insurgentes.

Hidalgo: leal al rey, no al pueblo

El llamado “Padre de la Patria” se nos presenta como el hombre que gritó “¡Viva México!” y “¡Mueran los gachupines!”. La realidad es mucho menos épica.

Cuando Hidalgo encabezó el levantamiento en 1810, su intención no era crear una nación independiente, sino defender los derechos de Fernando VII, el rey de España depuesto por Napoleón Bonaparte. En sus primeras proclamas hablaba de lealtad al monarca, no de romper con la corona. Su movimiento era, en el fondo, una guerra de criollos contra peninsulares, más que una lucha por la libertad de un país que ni siquiera existía como tal.

Esta imagen corresponde a cómo era realmente Miguel Hidalgo.

Incluso tras iniciar la rebelión, Hidalgo se mostró dubitativo: dudó en atacar la Ciudad de México y más tarde confesó arrepentimiento. Si algo nos muestra su figura es que no tenía un proyecto claro de independencia.

Morelos: la soberanía, pero bajo la sombra de la monarquía

José María Morelos es recordado como el verdadero arquitecto del movimiento insurgente gracias a sus Sentimientos de la Nación. Ahí proclamó la soberanía popular y la igualdad de todos los ciudadanos. Pero aun así, Morelos estaba lejos de imaginar un México libre en el sentido moderno.

En realidad, sus planteamientos buscaban un sistema político autónomo, sí, pero todavía inspirado en la estructura monárquica y profundamente ligado a la Iglesia. Su visión de igualdad tampoco incluía una transformación social radical: los indígenas seguirían sin tierras, y los privilegios del clero y el ejército apenas serían cuestionados.

Morelos encarnaba un paso adelante respecto a Hidalgo; sin embargo, aún no representaba una ruptura definitiva con el viejo orden colonial.

Iturbide: el realista convertido en emperador

Si hay un personaje que encarna el mito de la independencia, ese es Agustín de Iturbide. Durante la mayor parte de la guerra, Iturbide fue un feroz realista: combatió a los insurgentes, mandó fusilar a cientos de ellos y juró fidelidad absoluta al rey.

Todo cambió cuando comprendió que la corona española se debilitaba y que las élites criollas buscaban mayor autonomía. Pactó con Vicente Guerrero en el célebre “Abrazo de Acatempan” y proclamó el Plan de Iguala en 1821. Pero su plan no era democrático ni popular: garantizaba los privilegios de la Iglesia, mantenía la desigualdad social y ofrecía la corona a un monarca español. Al no aceptarla nadie, se autoproclamó emperador.

La independencia, así, no fue el triunfo del pueblo, sino la consolidación del poder de una élite criolla encabezada por un hombre que cambió de bando para coronarse a sí mismo.

El pueblo como carne de cañón

Quizá la mentira más dolorosa sea la de que la independencia fue un movimiento del pueblo mexicano en busca de libertad. La realidad es más cruda: las masas indígenas, mestizas y campesinas fueron utilizadas como tropa barata en una guerra cuyas decisiones se tomaban desde las cúpulas criollas.

Los grandes beneficiados de la independencia no fueron los desposeídos, sino las élites que sustituyeron a los españoles en el control del poder y la riqueza. Tras 1821, la mayoría de la población siguió sin derechos, sin tierras y sin oportunidades.

Los mitos más repetidos

  1. “Hidalgo quería un México libre” → Falso. Buscaba mantener la soberanía de Fernando VII.
  2. “El Grito de Dolores es el nacimiento de la patria” → Falso. Fue un levantamiento improvisado sin plan de nación.
  3. “Morelos fue el primer presidente moral” → Exagerado. Su proyecto aún estaba atado a estructuras coloniales y clericales.
  4. “Iturbide consumó la independencia por amor a México” → Falso. Lo hizo para convertirse en emperador.
  5. “El pueblo ganó la libertad” → Completamente falso. El pueblo solo cambió de amos.

Independencia o cambio de administración

Más que una independencia, lo ocurrido en 1821 fue un cambio de administración: España dejó el control formal, pero los mismos criollos y élites locales mantuvieron las estructuras de desigualdad.

La esclavitud apenas se abolió en papel, la tierra siguió concentrada en pocas manos y los indígenas permanecieron relegados. El nuevo Estado nació con deudas, divisiones internas y sin una idea clara de nación.

Un espejo para el presente

Los mitos de la independencia cumplen una función: alimentar el patriotismo y dar cohesión nacional. Pero la verdad histórica nos obliga a mirarnos en el espejo. México nació sobre un engaño: se nos vendió la idea de libertad cuando lo que hubo fue una transferencia de poder entre élites.

Quizá el reto del siglo XXI no está en venerar estatuas de héroes que nunca buscaron lo que nos contaron, sino en asumir que la verdadera independencia sigue siendo una tarea pendiente: independencia económica, justicia social, igualdad de oportunidades.

Mientras no cuestionemos los mitos, seguiremos celebrando cada septiembre una historia que nunca existió.

  1. Martín Moreno, F. (2024). 100 mitos de la historia de México. Debolsillo.

  2. Varios autores. (2025). La independencia de México, 1810-1821. Marcial Pons.

  3. Varios autores. (2005). La independencia de México. Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).