Categoría: Salud

Por: SALVADOR ANGUIANO GOMEZ / Fecha: octubre 2, 2025

La vida fitness que venden es inalcanzable para la mayoría de los mexicanos: costosa, extrema y ajena a nuestra realidad diaria.

La mentira del fitness

Hoy en día vivimos en un mundo que nos vende la idea de que ser sano y estar en forma es sinónimo de consumir alimentos caros y hacer ejercicio extremo. Se nos bombardea con productos que prometen salud y bienestar, desde el salmón hasta el aguacate al por mayor, pasando por el fruto del monje, todos etiquetados como “superalimentos” que debemos incluir en nuestra dieta si queremos prevenir enfermedades y tener el cuerpo ideal.

Al mismo tiempo, se nos recomienda hacer ejercicio al menos tres veces por semana durante 45 minutos, dormir siete horas diarias, levantarnos temprano para ir al gimnasio y complementar todo esto con proteína en polvo, creatina, vitaminas y un sinfín de suplementos y químicos. Nos dicen que estos pasos son fundamentales para nuestra salud y apariencia.

Pero seamos sinceros: ¿es esto realmente posible para los mexicanos promedio?


El costo de comer “saludable”

La mayoría de los mexicanos no podría comprar salmón todos los días, ni siquiera aguacate, que, aunque se produce localmente, se ha encarecido enormemente en los últimos años. Y no solo el aguacate: los vegetales y frutas en general han subido de precio, mientras que los productos ultraprocesados y la comida rápida siguen siendo más baratos y accesibles.

Hoy resulta más fácil comprar una pizza de 99 pesos en cierta cadena famosa que preparar un plato equilibrado con proteína magra, verduras y grasas saludables. Esta discrepancia entre costo y salud muestra la primera mentira del fitness: nos dicen que comer sano es sencillo, cuando en realidad es caro y complicado para un trabajador promedio.


La canasta básica mexicana y la dieta fitness

Si analizamos la canasta básica del mexicano promedio, encontramos: tortillas de maíz, aceite vegetal, pastas, frijol, papa y pan blanco de caja. No aparecen verduras frescas como lechuga o espinaca, aceites de calidad como el de oliva, ni fuentes proteicas variadas como mariscos, pescado o cortes magros de carne distintos al pollo o la res.

Entonces, la pregunta es clara: ¿cómo se supone que vamos a tener una vida fitness si nuestra alimentación está basada en granos, harinas y grasas poco saludables? Lo que el mexicano promedio tiene a su alcance no coincide con lo que nos venden como ideal. Por eso, muchas personas terminan comprando pizza, tortas o comida rápida: es accesible, rápida y satisface el hambre. La dieta saludable, con alimentos de calidad y variados, es muchas veces un lujo que pocos pueden mantener.


La jornada laboral: un enemigo silencioso del fitness

El mexicano promedio trabaja entre ocho y diez horas al día, muchas veces en oficinas con ambientes estresantes, cargas de trabajo desmedidas y compañeros de trabajo que no siempre son solidarios. El estrés no es solo una sensación: produce cortisol, una hormona que afecta la acumulación de grasa, el sueño y la salud general.

Después de una jornada laboral tan intensa, el trabajador solo quiere llegar a casa, comer y descansar. Es difícil imaginar que tenga energía para ir al gimnasio tres veces por semana, mantener una dieta estricta y dormir puntualmente siete horas. Aquí surge la segunda mentira del fitness: nos venden que todos podemos alcanzar el cuerpo ideal, ignorando que la mayoría vive con estrés, falta de tiempo y recursos limitados.


El cuerpo masculino ideal: un estándar inalcanzable

Si nos guiamos por lo que vemos en redes sociales o en publicidad, los hombres “deberíamos” tener cuerpos musculosos, definidos y con grasa mínima. Pero vamos a analizarlo con lógica:

El cuerpo que vemos en pantalla, aunque no esté manipulado por Photoshop o programas de edición, requiere un esfuerzo enorme. No basta con entrenar 45 minutos tres veces por semana. Ese físico exige lo siguiente:

  • Entrenamientos intensos, cinco o seis veces por semana, muchas veces de una o más horas por sesión.

  • Dietas estrictas basadas en proteínas magras, mariscos y verduras de calidad, con suplementación de proteína en polvo, creatina y vitaminas.

  • En algunos casos, el uso de sustancias legales o reguladas para mejorar el rendimiento y la recuperación.

Es un estilo de vida que consume gran parte de la vida de una persona, y que requiere tiempo, dinero y disciplina extrema. Preguntémonos: ¿cuánto mexicano promedio puede sostener esto? La respuesta es clara: muy pocos.


El gimnasio y la exclusión social

Incluso si logras encontrar tiempo para ir al gimnasio, no siempre el ambiente ayuda. No se trata solo de bullying directo, sino de exclusión y competencia silenciosa. Las personas que ya tienen cuerpos trabajados rara vez ayudan a los nuevos. A veces intimidan, desmotivan o buscan sabotear el progreso de los principiantes.

Esto hace que muchos abandonen el intento antes de siquiera empezar, creando un círculo de frustración que refuerza la idea de que el fitness es inalcanzable para la mayoría.


La mujer y la presión del fitness

Para las mujeres, la situación es aún más compleja. Muchas se matan de hambre mientras combinan clases de yoga, spinning, pilates, crossfit, zumba o jazz, algunas incluso varias veces por semana. Esto puede ser saludable si se hace de manera responsable, pero pocos pueden mantener ese ritmo con trabajo, estudios y responsabilidades familiares.

El ambiente en algunos gimnasios o estudios también puede ser tóxico: críticas constantes, comparaciones y competencia entre mujeres. Además, un hombre en el lugar equivocado o a la hora equivocada puede ser acusado injustamente de acoso, generando miedo y desconfianza en un espacio que debería ser seguro para todos.

La alimentación olvidada: tradición mexicana saludable

Antes de la moda del fitness y los “superalimentos importados”, México ya tenía alimentos nutritivos y accesibles que hoy podrían considerarse superfoods:

  • Maíz nixtamalizado: fuente de proteínas, calcio y fibra, base de tortillas y otros platillos.

  • Nopal: rico en fibra, antioxidantes y bajo en calorías.

  • Amaranto: un grano completo, alto en proteínas y minerales.

  • Snacks naturales: granos de cacao tostados, cacahuates, nuez, semillas de calabaza y ajonjolí. Son colaciones económicas y nutritivas, mucho más saludables que las barras energéticas industriales.

  • Insectos comestibles: chapulines, escamoles, gusanos de maguey; proteínas de alta calidad, económicas y sostenibles.

La cocina tradicional mexicana, si se practicara con autenticidad y sin exceso de frituras, podría ser una de las dietas más saludables y sostenibles del mundo. Pero la realidad es que muchos la han reemplazado por refrescos, pan de caja, botanas y comida rápida.

Conclusión parcial: la mentira del fitness

El “mundo fitness” que se nos vende como la receta mágica para la salud y la felicidad es lejano, costoso y, para la mayoría de los mexicanos, inalcanzable. La dieta propuesta, los horarios de entrenamiento y los estándares de belleza ignoran la realidad económica y social del país.

El verdadero reto no es alcanzar un cuerpo perfecto, sino adaptar el concepto de vida sana a lo que realmente podemos lograr: aprovechar alimentos locales y económicos, hacer actividad física accesible y reducir estrés. Antes de correr detrás de dietas caras y rutinas extremas, quizá lo más saludable sea respetar nuestra cultura, nuestros recursos y nuestra realidad cotidiana.