Categoría: Cultural

Por: SALVADOR ANGUIANO GOMEZ / Fecha: agosto 21, 2025

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Aquí te contamos sobre la profecía del Papa negro tras la muerte del Santo Padre Francisco.

EL PAPA NEGRO: ¿El próximo será el último Papa de la Iglesia Católica?

A lo largo de los siglos, la figura del Papa ha sido piedra angular del cristianismo occidental y, particularmente, de la Iglesia Católica. Representando no solo al líder espiritual de millones de fieles, sino también una figura de poder político y diplomático, el Papa encarna la continuidad apostólica desde San Pedro hasta nuestros días. Sin embargo, a lo largo de la historia han surgido numerosas profecías, especulaciones y controversias que han puesto en duda la permanencia eterna del papado. Una de las teorías más impactantes es la del “Papa Negro”, asociada al fin de la Iglesia Católica tal como la conocemos. Este ensayo explorará la historia, las profecías, y las interpretaciones contemporáneas que giran en torno a esta figura misteriosa, planteando la pregunta: ¿Será el próximo Papa el último?

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El término “Papa Negro” tiene su origen en la figura del Superior General de la Compañía de Jesús, comúnmente conocida como la orden de los jesuitas. A este líder se le ha llamado así por el color negro de su sotana, en contraposición con el blanco del Papa tradicional. No obstante, el apodo también se debe a la percepción histórica de que el Superior General de los jesuitas, aunque no ostente oficialmente el mismo rango, ejerce un poder oculto e incluso superior al del Papa oficial. Esta noción fue alimentada por los conflictos políticos y religiosos que la Compañía de Jesús protagonizó en Europa, particularmente en los siglos XVI al XVIII. Para algunos, el “Papa Negro” simboliza un poder en las sombras, un gobernante eclesiástico que actúa tras bambalinas.

Una fuente crucial que ha avivado el interés por esta figura es la conocida “Profecía de los Papas”, atribuida a San Malaquías, arzobispo irlandés del siglo XII. Esta profecía consiste en una lista de 112 lemas en latín, cada uno correspondiente a un Papa, desde Celestino II en 1143 hasta el “último Papa”, identificado como “Pedro el Romano”. El enunciado asociado a este Papa final describe un tiempo de tribulación para la Iglesia, donde “la ciudad de las siete colinas será destruida y el juez terrible juzgará a su pueblo”. Según esta lista, el Papa actual, Francisco, sería el número 112. Esta coincidencia ha provocado que algunos creyentes y estudiosos consideren que estamos viviendo los últimos años del papado.

Papa negro

El Papa Francisco ha roto múltiples esquemas. Es el primer Papa proveniente de América Latina, el primer jesuita y el primero en tomar el nombre de Francisco, en honor al santo de la humildad y la pobreza. Su elección marcó un cambio de rumbo en la Iglesia: mayor apertura hacia los marginados, diálogo inter religioso, y un llamado urgente a la justicia social y ambiental. No obstante, su condición de jesuita ha reavivado el simbolismo del “Papa Negro”, ya que, por primera vez en la historia, el líder de la Iglesia Católica y el Superior General de los Jesuitas coinciden en orden y poder.

Este simbolismo adquiere fuerza en un contexto donde la Iglesia atraviesa numerosas crisis: escándalos de abuso sexual, pérdida de credibilidad, disminución de vocaciones sacerdotales y la creciente secularización del mundo occidental. Todo esto ha generado un clima de incertidumbre, donde muchos consideran que el sistema eclesiástico tradicional está llegando a su límite. El Papa Benedicto XVI, al renunciar en 2013, rompió una tradición de siglos, lo cual ha llevado a especular sobre la posibilidad de que también Francisco pueda abdicar. Si esto ocurre, la elección de un nuevo Papa abriría nuevamente el debate sobre la identidad del sucesor, y si este podría ser el temido “último Papa”.

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Algunas corrientes teológicas y esotéricas sostienen que el “Papa Negro” es más que un símbolo político. Representa la encarnación de una iglesia corrompida, quizás incluso satánica, que engañará a las masas antes del Juicio Final. Estas interpretaciones se apoyan en pasajes del Apocalipsis que describen a la Gran Ramera o a la Bestia, considerados por algunos como símbolos de una autoridad espiritual falsa. Aunque estas visiones son marginales dentro del catolicismo oficial, han ganado popularidad gracias a la literatura, el cine y las teorías de conspiración que giran en torno al Vaticano.

Desde una perspectiva más moderada, algunos teólogos consideran que estamos ante una transformación profunda de la Iglesia Católica, más que ante su fin. Esta transformación implicaría una revisión de la figura del Papa, un liderazgo más colegiado y una apertura aún mayor hacia otras formas de espiritualidad. En este sentido, el “último Papa” no sería necesariamente el fin de la Iglesia, sino el fin de una etapa en su evolución institucional. El surgimiento de nuevas comunidades cristianas, la creciente autonomía de las iglesias locales y el uso de tecnología en la evangelización, podrían dar lugar a un nuevo tipo de liderazgo eclesiástico, menos centralizado.

Se dice que el último Papa podría permitir cambios impensables para los sectores más conservadores de la Iglesia: la aceptación del matrimonio gay, el fin del celibato obligatorio y la integración plena de las mujeres en la estructura eclesiástica. Estas reformas radicales provocarían una profunda división entre quienes apoyan un papado tradicional y aquellos que abrazan las nuevas ideas.

Con dos posturas enfrentadas, la Iglesia se fragmentaría, iniciando un periodo de caos interno. Eventualmente, un cónclave clandestino nombraría a un “papa falso” que ocuparía el Vaticano, mientras que el verdadero Papa, fiel a sus principios, se vería obligado a huir y vivir oculto, resguardado por su seguridad y por quienes aún creen en su legítima autoridad.

Por supuesto, todo esto no es más que una especulación sobre un posible futuro… pero uno que algunos consideran cada vez más cercano.

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En conclusión, la idea del “Papa Negro” y del “último Papa” no puede descartarse simplemente como superstición o fantasía. Estas nociones expresan temores reales sobre el futuro de una institución milenaria que hoy enfrenta retos existenciales. La figura del Papa, aunque históricamente poderosa, está siendo reevaluada en un mundo que exige transparencia, equidad y espiritualidad auténtica. Si bien no es posible afirmar con certeza que el próximo Papa será el último, lo que sí parece evidente es que la Iglesia Católica está en medio de un proceso profundo de cambio. Y como toda transformación histórica, esta vendrá acompañada de tensiones, simbolismos y, quizás, de un nuevo comienzo.