En la década de 1520, Europa fue sacudida por un movimiento religioso que cambiaría su historia para siempre: la Reforma Protestante, liderada por Martín Lutero, fracturó la hegemonía de la Iglesia Católica y abrió las puertas a una transformación política, cultural y colonial de gran alcance. Como lo explican James A. Henretta y David Brody en America: A Concise History (Bedford/St. Martin’s, 2009), esta fractura no solo tuvo efectos internos en Europa, sino que también influyó directamente en la exploración y colonización del Nuevo Mundo.
Las causas del movimiento reformista incluyeron el rechazo a la corrupción del clero, la venta de indulgencias y la demanda de una relación más directa entre el individuo y la Biblia. La invención de la imprenta permitió una rápida difusión de estas ideas, generando conflictos religiosos que se extendieron por todo el continente. Según Henretta y Brody (2009), la Reforma dividió a Europa en dos grandes bloques: el católico y el protestante, generando una rivalidad geopolítica que se reflejaría posteriormente en América.
En este contexto, la colonización del Nuevo Mundo adquirió un nuevo carácter. Las naciones protestantes como Inglaterra y Holanda comenzaron a disputar el control de territorios a potencias católicas como España y Portugal, no solo por intereses económicos, sino también para expandir su fe y consolidar su influencia ideológica. Henretta y Brody destacan que la colonización se convirtió en un frente de la guerra religiosa, donde la conversión, la ocupación y la rivalidad entre credos moldearon el mapa americano.
Además, la Reforma alteró el equilibrio de poder en Europa. España, inicialmente líder de la expansión europea, comenzó a perder protagonismo frente a Francia, que emergió como nueva potencia en parte gracias a las divisiones religiosas internas. Esto afectó tanto a los conflictos en el continente como a las alianzas y enfrentamientos en América, como lo documentan Henretta y Brody (2009) en su análisis sobre la conexión entre las guerras religiosas europeas y la dinámica colonial.
En palabras de estos autores, la Reforma Protestante fue más que un conflicto teológico: “fue una revolución que transformó la identidad política y religiosa de Europa y expandió esa transformación a cada rincón del mundo que Europa tocó” (America: A Concise History, 2009, p. 43). Su legado persiste hasta hoy en la diversidad confesional, la secularización del poder y los orígenes ideológicos de muchas colonias americanas.
Henretta, J. A., & Brody, D. (2009). America: A concise history (4ª ed., Vols. I–II combinados). Bedford/St. Martin’s.