Categoría: Cinetips

Por: MELVI PINO FAN / Fecha: agosto 18, 2025

Tres series para filosofar.

La televisión contemporánea ha encontrado formas innovadoras de introducir conceptos filosóficos complejos a audiencias globales, con series como The Good Place, Merlí y The OA (mis favoritas debo admitir), destacándose por su capacidad para entrelazar narrativas entretenidas con preguntas existenciales profundas. Estas producciones demuestran que el pensamiento filosófico puede adaptarse al formato televisivo sin sacrificar su esencia, alcanzando un equilibrio entre accesibilidad y profundidad conceptual que raramente se logra en medios masivos.

The Good Place (2016-2020), creada por Michael Schur, constituye un experimento notable en la divulgación de la ética normativa a través de la comedia. La serie incorpora explícitamente teorías filosóficas fundamentales como el consecuencialismo, el deontologismo kantiano y la ética de la virtud aristotélica, pero lo hace mediante situaciones humorísticas y personajes entrañables.

El personaje de Chidi Anagonye, profesor de filosofía moral interpretado por William Jackson Harper, introduce conceptos como el imperativo categórico o el utilitarismo de manera didáctica pero natural. Particularmente significativa es la presencia recurrente del libro “What We Owe to Each Other” (1998) de T.M. Scanlon, cuya filosofía contractualista se convierte en el eje moral de la serie. Este enfoque directo y nombrado de teorías filosóficas específicas representa una democratización sin precedentes del pensamiento ético académico.

Merlí (2015-2018), serie catalana creada por Héctor Lozano, adopta un enfoque más estructurado y sistemático hacia la historia de la filosofía occidental. Cada episodio explora las ideas de un filósofo específico —desde Sócrates hasta Foucault— vinculándolas con los dilemas contemporáneos de un grupo de estudiantes de bachillerato. El protagonista Merlí Bergeron, interpretado por Francesc Orella, encarna una versión moderna del ideal socrático del maestro como provocador intelectual. La serie destaca por su habilidad para demostrar la relevancia actual de pensamientos antiguos, presentando a filósofos como Epicuro, Schopenhauer o Nietzsche no como figuras históricas distantes, sino como pensadores cuyas ideas pueden iluminar problemas cotidianos del siglo XXI. Merlí logra así desmitificar la filosofía académica, presentándola como una disciplina viva y práctica.

The OA (2016-2019), creada por Brit Marling y Zal Batmanglij, se adentra en metafísicos más experimentales, abordando la filosofía desde una perspectiva menos explícita pero igualmente profunda. La serie explora cuestiones fundamentales sobre la naturaleza de la conciencia, la realidad y la identidad personal a través de una narrativa que mezcla elementos de ciencia ficción, fantasía y drama psicológico. Sus planteamientos sobre experiencias cercanas a la muerte y dimensiones paralelas conectan con tradiciones filosóficas como el dualismo cartesiano, la fenomenología y filosofías de la mente contemporáneas.

Particularmente relevante es su exploración de la intersubjetividad —cómo las experiencias compartidas pueden crear nuevas realidades— un concepto desarrollado por filósofos como Edmund Husserl y Maurice Merleau-Ponty.

Un elemento común en estas tres series es su capacidad para transcender el mero entretenimiento, convirtiéndose en vehículos de reflexión filosófica auténtica. Mientras The Good Place utiliza el absurdo y la comedia para interrogar los fundamentos de la moralidad humana, Merlí emplea el drama adolescente para demostrar cómo el pensamiento crítico puede transformar vidas ordinarias, y The OA construye una mitología compleja que invita a cuestionar los límites de la experiencia humana. Las tres presentan personajes que evolucionan filosóficamente, desarrollando una comprensión más profunda de sí mismos y del mundo a través del pensamiento crítico y la autorreflexión, ilustrando así el ideal socrático de la vida examinada.

La significación cultural de estas producciones radica en su capacidad para revitalizar el interés público en la filosofía, demostrando que las grandes preguntas existenciales no pertenecen exclusivamente al ámbito académico. Al presentar conceptos filosóficos complejos en formatos narrativos accesibles, estas series han ayudado a crear una nueva generación de espectadores interesados en el pensamiento crítico.

Los estudios universitarios han documentado un fenómeno conocido como “efecto Merlí” o “efecto Good Place”, donde se ha registrado un aumento en la matrícula de cursos de filosofía directamente vinculado a la popularidad de estas series. Este fenómeno sugiere que la televisión contemporánea de calidad puede funcionar como un puente efectivo entre la cultura popular y la tradición filosófica