Categoría: Cinetips

Por: MELVI PINO FAN / Fecha: septiembre 18, 2025

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Una película sobre el autoengaño.

Debo agradecer a quién me presentó Revolver (2005) de Guy Ritchie. Esta película resultó ser mucho más que un simple thriller criminal: fue un descubrimiento filosófico que cambió mi forma de entender el cine y la psicología humana. Lo que inicialmente parecía otra película de gánsteres con Jason Statham, se reveló como un tratado visual sobre el autoengaño y la naturaleza del ego.

Verla acompañada añadió una dimensión especial. Las discusiones que surgieron – sobre el simbolismo de las escenas, las referencias a la Cábala y el budismo, o el significado del “enemigo interno” – demostraron el poder del cine para generar diálogos profundos. Fue una prueba concreta de cómo una buena película puede convertirse en herramienta para el autoconocimiento y la conexión humana.

El núcleo filosófico de Revolver gira en torno a la batalla contra el ego, explícitamente representado como “el enemigo” que nos engaña constantemente. Esta conceptualización resuena con enseñanzas budistas sobre la ilusión del yo separado (anatta) y con ideas junguianas sobre la sombra.

El protagonista Jake Green, interpretado por Jason Statham, debe enfrentarse a sus propios demonios internos en un viaje que podría interpretarse como una alegoría de iluminación espiritual. La película sugiere que nuestro mayor adversario es nuestra propia mente, específicamente el ego que nos mantiene atrapados en patrones de pensamiento limitantes.

La estructura narrativa no lineal de la película refleja filosóficamente la naturaleza fragmentada de la percepción humana y cómo construimos nuestra realidad. Las referencias a la Cábala judía y “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu no son casuales, sino elementos integrales del mensaje de la película sobre cómo la verdadera victoria requiere abandonar el apego a la propia identidad.

El conocido axioma del Arte de la Guerra, “para vencer al oponente, debes conocerlo”, se transforma en la película en una lucha por conocerse a uno mismo, conectando con la máxima socrática “conócete a ti mismo” (gnothi seauton). La dualidad entre protagonista y antagonista es fundamental para comprender la dimensión filosófica de la obra. La escena final en la piscina, donde Green escucha los mismos diálogos que al inicio, sugiere efectivamente que Dorothy Macha (Ray Liotta) y Jake Green son manifestaciones del mismo ser, representando la batalla interna del protagonista. Esta revelación circular refuerza la idea de que toda la narración podría interpretarse como una lucha psicológica interna más que como eventos externos objetivos, similar a cómo ciertos filósofos idealistas conciben la realidad como proyección de la mente.

Los juegos mentales y las estafas que forman parte de la trama funcionan como metáforas del autoengaño humano, ilustrando cómo construimos elaboradas estructuras mentales para evitar enfrentar verdades incómodas sobre nosotros mismos. La poderosa escena del ascensor representa el momento de iluminación o satori en que Green finalmente enfrenta y reconoce su ego, simbolizado por esa voz interna que intenta mantener el control mediante el miedo y la manipulación. Este enfrentamiento directo con el ego representa una versión cinematográfica del concepto zen de “morir antes de morir”, donde el abandono de la falsa identidad conduce a la liberación verdadera.