Hoy en día, es común ver cómo cada semana se anuncian remakes, reboots o continuaciones de películas, series, videojuegos o franquicias que comenzaron hace 20, 30 o incluso más de 40 años. Muchos se preguntan: ¿dónde quedó la imaginación? ¿Por qué no se crean cosas nuevas?
La respuesta es compleja, pero hay varias razones de fondo que explican este fenómeno:
- El miedo a arriesgar (y el poder de la nostalgia)
Los costos de producción han aumentado considerablemente. Antes se podía hacer una película o un videojuego con un presupuesto moderado, pero ahora, con la inflación, la competencia y la tecnología más avanzada, todo cuesta más. Por eso, las grandes compañías prefieren ir a la segura.
¿Y qué es lo seguro? Lo que ya fue exitoso en el pasado. Si una franquicia ya tiene una base de fans, es más probable que el público le dé una oportunidad, especialmente si se apela a la nostalgia. Ver algo que ya conociste en tu infancia, aunque sea con una nueva cara, activa emociones, recuerdos… y ventas.
- El público también tiene miedo al cambio
Aunque suene duro, mucha gente no quiere ver cosas nuevas. Cuando ya se encariñaron con un personaje o una historia, les cuesta aceptar algo diferente. Por eso piden remakes, reboots y secuelas una y otra vez. Ejemplos sobran: Dragon Ball, Final Fantasy, las películas de Disney, Pokémon, etc.
Y aunque muchas de estas nuevas versiones son peores que el original, igual venden. ¿Por qué? Porque el público ya está emocionalmente conectado.
Esto se nota mucho en los videojuegos, que además tienen el problema de que no todos los títulos antiguos se pueden jugar fácilmente hoy. Necesitan emuladores, parches, mods… Así que pedir un remake es, a veces, la única forma accesible de revivir una experiencia, aunque esa experiencia ya no sea igual.
- La gente no quiere decir adiós
A muchos les cuesta dejar atrás lo que les marcó. Y cuando algo cambia, la reacción puede ser exagerada. Un ejemplo claro fue cuando en los cómics el Doctor Octopus reemplazó a Peter Parker como Spider-Man. Los fans se enfurecieron tanto que amenazaron a los escritores.
Otro ejemplo es cuando cambian la voz de un personaje clásico en una serie o doblaje. Aunque el actor original esté retirado, enfermo o incluso haya fallecido, la gente quiere que todo siga igual, porque sienten que cambiarlo es como perder una parte de su vida.
Esto ocurre también con series interminables como Los Simpson. Aunque ya no tienen la calidad de antes y llevan más de 35 años al aire, muchos no quieren que termine. Porque sienten que cuando acabe, termina también una parte de ellos mismos.
Conclusión
Mientras el público siga apegado al pasado y las empresas prefieran ir por el camino seguro, seguiremos atrapados en este ciclo de remakes, reboots y continuaciones innecesarias.
Es verdad, el pasado fue hermoso, pero eso no significa que lo nuevo no pueda ser igual o incluso mejor. Para eso, hay que soltar, abrir la mente y apostar por nuevas historias. El cambio da miedo, pero también es lo que hace que el arte avance.
En resumen: si queremos ver cosas diferentes, primero tenemos que estar dispuestos a aceptarlas.