El populismo es atemporal, no sucede solamente en una región, sino que puede suceder en cualquier parte del mundo, solo tiene que cumplir ciertos requisitos para poder tener esta denominación. 

Torcuatto define al populismo como “Un movimiento político que cuenta con el apoyo de las masas, de las clases trabajadoras, urbanas y/o campesinas; pero que no es producto de un poder organizador autónomo de cualquiera de estos dos sectores”.

El populismo es un movimiento reformista, no revolucionario, por lo que no pone en peligro el estatus de la gente con privilegios.  Los populistas están conformados por distintos sectores de la sociedad entre los cuales se puede encontrar desde un aristócrata hasta un mendigo, todos comparten un resentimiento hacia el statu quo. Para que el populismo exista debe haber una armonía entre los participantes de las clases, esta se desarrolla mediante un lenguaje socializante que tiene como función la alianza de clases y su cohesión. Este se encuentra formado por dos capas; la primera son la clase alta y clase media, su función consistirá en dirigir el movimiento.  La segunda se encuentra formada por clase media baja, campesinos y obreros.

El discurso debe ser integrativo, abarcando todos los intereses entre las clases, apuestan por una tendencia neo-socialistas en donde no puede faltar la promesa de una justa distribución de la riqueza, así como la nacionalización de las empresas estratégicas que son vitales para un desarrollo integral del mexicano entre las que destacan luz, agua, comunicaciones y gasolina. El objetivo principal de este tipo de gobierno es la unificación del pueblo en donde se haga creer que la administración vela por los intereses de la clase a la cual pertenecen. 

Ejemplo de un gobierno que únicamente vela por los intereses de su clase (alta) sería el de Francisco I. Madero. Nunca fue su intención tocar las tierras de los latifundios, ya que ellos eran propietarios de estos, por lo que a pesar de ser un civil en cargo público, no podía desprenderse de sus intereses individuales, ni los de su clase.

Por lo que sus sucesores, al pertenecer a la clase alta, nunca fue prioridad el otorgar las tierras a los campesinos, ni proteger al obrero contra el patrón, dado que ellos eran los dueños.

Como resultado, el país no había avanzado gran cosa desde el derrocamiento de la dictadura porfirista: los sucesivos gobiernos no se habían atrevido a enfrentarse a la élite terrateniente, por lo que las estructuras agrarias estaban prácticamente como las había dejado el general Díaz. 

Los elementos nacionalistas que habían caracterizado en un principio al hombre de la revolución desaparecían por la política de concesiones al capital extranjero.  

Cuando Lázaro Cárdenas fue destapado para competir por la silla presidencial este realizo una campaña en la cual visito todos los rincones de la república, utilizando todos los medios de transporte, entrevistándose con todas las capas de la población priorizando a los campesinos, obreros e intelectuales. Con esta gira se hizo consciente del estado en que se encontraba el país, además de percatarse de la existencia de la gran desigualdad social que existía entre la población mexicana. 

 De modo que comprendía la necesidad de realizar inmediatamente profundas transformaciones sociales. La manera en que se comunicaba con el pueblo era concreta, poniendo en primer lugar los problemas más agudos y que más afectaban al pueblo. En 1934, Cárdenas se convierte en el presidente más joven de México. 

En la época de este presidente no fue censurada la prensa.  El intervencionismo estatal fue la base principal para las transformaciones sociales. Pensaba que se tenía que dejar de ser víctima eterna del régimen injusto y vergonzoso para cambiarlo, a través del aprovechamiento de las grandes riquezas naturales de la nación.

Las primeras medidas implementadas de su gobierno fueron proteccionistas, en tanto que existió una elevación sustancial de los aranceles de toda mercancía proveniente del extranjero que ya se produjera en el país, así como la promulgación de la ley sobre la expropiación en beneficio de la nación. 

Con base en esta ley, en 1936 se expropiaron los ferrocarriles y en 1938 la industria petrolera.

Sus métodos fueron democráticos sin recurrir a la violencia, por lo que se le considera un reformista.  La modificación de las estructuras en el campo fue la realización más importante del gobierno del general Cárdenas.

Ayudo a que los trabajadores y campesinos entendieran que es la conciencia de clase, comentando que para hacer cumplir las leyes se deben organizar, porque si no cuenta con la fuerza y el apoyo de su clase, su labor será nula a causa de que los distintos intereses egoístas que existen en el país. Solo organizándose estarán los trabajadores en condiciones eficaces para exigir la satisfacción de las necesidades del pueblo. 

Sin embargo, consideraba que si las dos clases se juntaban serían un grave peligro para el gobierno, por lo que los organizo, pero los separo en dos facciones, siendo estas: Liga Nacional Campesina (LNC) y Confederación de Trabajadores de México (CTM).

En conclusión, la reforma agraria y la nacionalización del petróleo fueron los dos pilares en los que descansa la administración cardenista. En el brazo derecho estaba apoyado por la burguesía y en el brazo izquierdo por el proletariado, dando un poquito de pan aquí y un poquito allá. Al final logro unificar al país y que ambos tuviesen beneficios, a los campesinos les otorgo la tierra y a los burgueses los doto de nuevos consumidores para sus productos, por lo que en este periodo se gestan las bases para lo que se denominó posteriormente el milagro mexicano. Los únicos que no tuvieron un beneficio exponencial respecto a estas reformas fue el proletariado, ya que su salario no aumento acorde a la producción y expansión de las empresas.