¡Que los viejos sigan quejándose!
Nuestras filas son jóvenes.
Sin duda entraremos
En el apogeo de la comuna.
(Vladímir Mayakovski citado por Willimott 2017)
Este artículo comienza la serie de trabajos que componen la unidad de una investigación sobre la transformación socialista en el mundo soviético en cuanto a sus orígenes, su desarrollo, la ortodoxia marxista del estalinismo, la desestalinización y el horizonte que marcó la heterodoxia marxista con las propuestas teóricas de Antonio Gramsci, Gyorgy Lukács y Karel Kosík. Es, pues, un camino un tanto minucioso para tratar de comprender uno de los fenómenos más complejos en la historia del siglo XX y con ciertas repercusiones en el mundo del siglo XXI: el socialismo soviético. En la siguiente parte de nuestra extensa investigación, pretendemos exponer los orígenes históricos de la victoria bolchevique. Entiéndase, anticipamos, que la concepción de nuestro método historiográfico se encuentra, como dice Aróstegui (2001), en el objetivo no de reproducir fotográficamente lo que sucedió en la revolución bolchevique de 1917, sino de comprender la complejidad de una transformación que ha dejado múltiples reverberaciones históricas no solo en el mundo pos-soviético, sino en la escala global de los confines mismos del socialismo del siglo XXI: del bolchevismo a la ortodoxia marxista-leninista y de esta misma a la heterodoxia marxista.
La revolución bolchevique no se produjo, por supuesto, por una variable unidimensional (puede pensarse en el absolutismo del zarismo), sino por una serie de factores que vamos a mencionar a lo largo de nuestra investigación. Sin embargo, lo que hemos identificado es inicialmente su fuerza romántica, que es tomada desde una tradición literaria y revolucionaria durante el siglo XIX en Rusia. No es cosa menor. Esto forma ciertas bases iniciales de la Revolución de 1917 y de los primeros años del socialismo ruso. Pongamos dos ejemplos. Por un lado, Vladímir Mayakovsky fue un poeta de la Revolución y del desarrollo del socialismo soviético durante los años preestalinistas. Mayakovsky puso su actividad poética al servicio y combate contra el analfabetismo de la población rusa. ¿Dónde se encuentra su idea romántica? Su libro de poemas, Dlya golosa (Para la voz), diseñado con ilustraciones de El Lissitzky, nos muestra el propósito romántico de educar al pueblo por medio del arte y la poesía: la nueva sociedad socialista necesitaba, por tanto, un arte completamente nuevo y con una cercanía popular (Jangfeldt 2014). Por otro lado, tenemos a Vladímir Lenin, líder de la Revolución bolchevique, que ha sido considerado un filósofo y revolucionario pragmático ante las circunstancias y los contextos del socialismo ruso, pero también podemos considerarlo un revolucionario romántico en cuanto a dirigirse directamente al horizonte comunista de la Revolución bolchevique, llegando a ciertas querellas con el Partido Obrero Socialdemócrata.
Esto nos habla, en este sentido, de la idea antropológica-filosófica de una transformación del yo al nuevo horizonte del nosotros como insignia del socialismo ruso (Willimott 2017). La voluntad de los revolucionarios rusos no era, a nuestro criterio, solo una transformación del modo de producción capitalista al modo de producción socialista, sino una transfiguración de las estructuras sociales que permitieran el paso a una sociedad completamente distinta: la comuna como modelo de colectivismo, la socialización de la producción agrícola, la socialización del arte y la cultura, etc.
Por supuesto, no se confunda nuestra puntualización del romanticismo de ciertos revolucionarios rusos como un determinismo histórico-filosófico, sino que simplemente es un aspecto que, consideramos, hay que tener en la visión histórica de las ideas que intentaron llevarse a la práctica por medio del arte, la cultura y, por supuesto, con las políticas económicas. No obstante, uno de los factores fundamentales en los orígenes de la Revolución de 1917 fue, sin duda, las condiciones materiales en las que vivía la mayoría de la población rusa del momento. La tiranía del zarismo de los Romanov, con Nicolás II a la cabeza, provocó una serie de contradicciones estructurales que agudizaron el descontento popular: pactos con los latifundistas como factor en la pobreza extrema de las zonas rurales, las pésimas condiciones laborales de los obreros de las zonas urbanas (Petrogrado y Moscú), el control absoluto de la Duma (asamblea legislativa) por el propio zar Nicolás II (Carr 1997). Esto, en consecuencia, tuvo repercusiones no solo como descontento de la población rural y urbana de Rusia, sino en la propia organización política de las clases trabajadoras en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, partido fundado en 1897 y liderado por Plejanov y Lenin (Carr 1997).
La Revolución rusa estuvo marcada por dos momentos sumamente claves para comprender el desenlace revolucionario: febrero de 1917 (marzo del calendario gregoriano) y octubre (noviembre del calendario gregoriano) del mismo año. La Revolución de febrero de 1917 no tuvo las direcciones bajo los fundamentos teóricos de la Revolución bolchevique de octubre. Sin embargo, la Revolución de febrero, en cierto modo, fue una movilización popular con una ferocidad en el descontento de la población rusa debido a los factores internos y estructurales que ya hemos mencionado: pobreza extrema en las zonas rurales y urbanas, autocracia zarista y el fallido proyecto político de la Duma. Imagínese: fueron más de 200,000 rusos y rusas que salieron a las calles de Petrogrado, principalmente, con el fin de presionar en la abdicación de la élite zarista (Carr 1997). Esto nos muestra que la Revolución de febrero fue sin duda un fenómeno causado por condiciones sociohistóricas insostenibles para el pueblo de Rusia.
Además, tómese en cuenta que las condiciones internas de Rusia, causas principales del estallido popular de febrero de 1917, confluyeron con los orígenes históricos de la propia Revolución. Fundamentalmente, nos referimos a las dramáticas consecuencias producidas por el papel de Rusia en la Primera Guerra Mundial. Rusia entró al conflicto de la Gran Guerra cuando comienza la guerra contra Alemania a partir de 1914. Gran parte de la producción industrial rusa se centraba en la creación de armamento para el ejército del zarismo entre 1914 y 1917. Rusia entra a la Primera Guerra Mundial debido a sus alianzas políticas con Serbia y, a su vez, en la defensa de su influencia imperial en los Balcanes frente a la intención del Imperio Austrohúngaro en controlar estos territorios y sus recursos naturales (Kenez 2006). Las consecuencias materiales de la Gran Guerra en Rusia se debieron, por tanto, a la sobreexpansión de las capacidades rusas para mantener un conflicto de esa escala y cumplir con la demanda de la propia guerra.
¿Qué sucedió después de las semanas agitadas de la Revolución de febrero? No se estableció la legitimidad del proyecto bolchevique inmediatamente, todo lo contrario: las primeras querellas no se hicieron esperar en la Duma entre los liberales, los socialdemócratas y los obreros de la mano de Lenin (¡Todo el poder a los sóviets!). Es decir, el propósito revolucionario era la creación de una Asamblea Constituyente, pero el Gobierno Provisional (la transición de la abdicación del zar Nicolás II) no fue la institución, en consecuencia, indicada para cumplir con las demandas populares del sóviet de Petrogrado: repartición de las tierras, resolución de las condiciones laborales de los obreros, el fin de la participación rusa en la Primera Guerra Mundial, etc.
La cercanía del sóviet de Petrogrado con la clase trabajadora fue fundamental en la consolidación paulatina como la organización líder de la transformación revolucionaria. La antesala de la Revolución de octubre estuvo marcada con el ascenso de Aleksander Kerensky como primer ministro del Gobierno Provisional, un mandato moderado de acuerdo a las iniciativas y demandas del bolchevismo. Paradójicamente, un mes antes de la Revolución bolchevique, el Gobierno Provisional tuvo un dramático suceso con el intento de golpe de Estado del general Lavr Kornílov con los sectores más conservadores de la herencia zarista. Kerensky, con un sentido práctico y de urgencia, ayudó a fortalecer las filas de los obreros del sóviet de Petrogrado y a los bolcheviques más radicales para resistir ante el intento del golpe de Estado (Carr 1997). De esta forma, los bolcheviques fueron legitimados con la aceptación popular para concretar el nuevo episodio de la Revolución rusa: Octubre.
En este sentido, no solo los bolcheviques tienen una legitimación popular ante la osadía de resistir y diluir el golpe de Estado de Kornílov, sino que toman el control y liderazgo del comité central del Congreso de los Sóviets. Entra nuevamente a la escena protagónica la dirección y estrategia de León Trotsky con la creación del Comité Militar Revolucionario y, de esta forma, la consumación del fortalecimiento a los bolcheviques. El Palacio de Invierno o, mejor dicho, el poder político dejaba de estar bajo control del Gobierno Provisional para ser gobernado por los propios bolcheviques. Los próximos años estarán marcados por el camino bolchevique (transformación económica, política, social, cultural, artística, etc.) que vamos a plantear en nuestro siguiente artículo.
Referencias
Aróstegui, Julio. La investigación histórica: teoría y método. Barcelona: Crítica, 2001.
Carr, E. H. La revolución rusa. De Lenin a Stalin (1917-1929). Traducido por Ludolfo Paramio. Madrid: Alianza Editorial, 1997.
Jangfeldt, Bengt. Mayakovsky: A Biography. Traducido por Harry D. Watson. Chicago: The University of Chicago Press, 2014.
Kenez, Peter. A History of the Soviet Union from the Beginning to the End. Cambridge: Cambridge University Press, 2006.
Marcuse, Herbert. El marxismo soviético. Traducido por Juam M. de la Vega. Madrid: Alianza Editorial, 1975.
Willimott, Andy . Living the Revolution: Urban Communes & Soviet Socialism, 1917-1932. Oxford: Oxford University Press, 2017.
