Categoría: Filosofía

Por: CARLOS ANTONIO SANCHEZ BAUTISTA / Fecha: noviembre 24, 2025

“Gracias a lo bello es que experimentamos tal emoción como el amor, pero esto nos distrae de la verdadera contemplación: el horror placentero nacido del dolor”.

De suyo es fácil malinterpretar a primera vista -e incluso a lectura- los textos del Marqués de Sade, ya sea, por un lado, como un aún claro disruptivo y desquiciado literato o, por otro lado, a lo menos, un frívolo libertino que gusta de ofender escribiendo contra cualesquiera que sean las bases de la sociedad. Rotundo error, en este caso y en representación de su obra, Filosofía En El Tocador, se intentará demostrar lo contrario a lo normalmente sugerido, y si se quiere, no yendo tanto más allá de tales opiniones, más haciendo notar la profundidad filosófica que el sadismo (palabra cual cabe mencionar no uso propiamente nuestro autor en cuestión) puede entrever, y en efecto, entrevé en Sade. 

  • De la Naturaleza: Está en el pensar de Sade es malvada, no en sí, sino en cuanto al ser humano. Para él, claramente no supone un orden racional ni de diseño de este tipo, en cambio, una caprichosidad al fin y al cabo destructiva para con sus vivientes, meros objetos para la recreación y el consumo indiferente, lleno de dolor y de sufrimiento. Luego algo como el bien y el mal son también en sí mismos tal que ficción, por defecto proyecciones equivocadas de una moral cual a la naturaleza le vienen y le van sin cuidado. 
  • Del Determinismo: Abrazar la crueldad de la cuna es corresponder al destino que la naturaleza impone. En efecto, libertad más allá del morbido disfrute es la represión nuevamente de una educación (des-educación) en general fuera de lugar en todo caso para espíritus domesticados, de suyo espíritus débiles. Se trata mejor de reconocer el entrever sádico que marca siempre la determinada naturaleza humana. 
  • Del Placer y El Dolor: El placer alcanza su completa expresividad en el encontrarse del dolor, por defecto un placer es deficiente cuando no se busca el colindar ese sufrimiento total posible. Después la satisfacción pura e indeleble es mero desentendimiento sobre la verdadera naturaleza de esa sustancia del placer. Y ello se comprueba en la vivencia, la prueba extenuante de la siempre injustificada y sin razón búsqueda del placer y el dolor como iguales. Encontrarse en el extremo de tal sentir es la demostración empírica sadiana. 
  • De las Quimeras: El dolor vano y absurdo es ese sin encontrarse con el placer, luego solo puede venir directamente de las ficciones sociales y trascendentes, vease: la región, la moral, la política, etc. Dichas quimeras son las culpables sobre el malestar humano en general por tratar de reprimir la naturaleza en sí, desconociendo entonces el papel del placer y recriminandolo. Mas la naturaleza en Sade tampoco es otro Dios inventado, en efecto, sino convergencia de la pura realidad con sus productos recreándose vulgarmente en su brutalidad correspondida. 
  • De la Sexualidad y el Conocimiento: La virtud en Sade es claro la sublimación de la naturaleza en su definitivo acto donde mejor residen dolor y placer, así se acerca uno a lo real, en cambio, no mediante fútiles contemplaciones de la verdad. De suyo uno a la espera de fundirse definitivamente con la naturaleza le corresponde o volverse violentador o sometido, esto es, el descubrimiento particular del disfrute peculiar de cada cual. Luego no se accede a la verdad o al placer de la naturaleza por vía cognitiva, sino vía sexual encarnada. 
  • De la Ética Sadiana: El saberse comportar es saberse comportar para con uno y siempre el mismo, yo y solo yo. Toda acción se orienta a mi yoidad cual media todo alrededor de mi disfrute (de suyo aunque lo haga en conjunto, sólo cooperó en provecho de mi ser). Contra todos los kantianos, cualquiera es un medio o un instrumento para mi goce (nunca un fin en sí mismo), puesto que el otro en su otredad es imposible de entrever, después resulta imposible la compenetración moral. Me resta emplear únicamente todo lo que esté a mi alcance hasta sus últimas consecuencias (todas, hasta la muerte) para la única experiencia fáctica que tengo, yo y mi placer absoluto. 
  • Del Poder: Sade antes que otros (tal que Stirner o Nietzsche) es el verdadero filósofo del poder. En efecto, el poder es la verdadera y única facultad cual supone la apropiación del todo. Así, de tener la posibilidad en poder de acrecentar mi placer ¿por qué no hacerlo? De hecho, debería hacerlo antonomasicamente. Luego existen los débiles y los poderosos, de suyo el fáctico inteligir de esas formas diferentes en la realidad. Libertad plena es entonces pura expresión del poder individual.
  • Del Egoísmo: El yo encuentra su ser en el disfrute, en tanto el disfrute es verificación de este. De suyo el yo vive en general para disfrutar, para sentir placer a sus expensas. Al caso, el yo no vive definitivamente sino es a la búsqueda y la concreción de su propio placer, esto es, el esclarecerse auto-afirmativo en su propia naturaleza de crueldad y fatalidad. Y si el sufrimiento del otro es mi placer, que así sea en detrimento suyo, la exploración de su sufrir es la exploración de insospechados placeres en mi ser al por descubrir. 

En fin, he aquí lo que Sade tiene por decir en cuanto a filosofía. Y si tiene por ser un explícito durante sus escritos es porque pretende profesar con el ejemplo, en efecto, en la vivencia incansable del placer se descifra el enigma de la naturaleza humana siempre rechazada por los más débiles, como se ve, por ellos son quienes menos posibilidad tienen de ejercer su poder en favor de su placer, así lo impiden a través de invenciones como lo son las ficciones trascendentes y estructurales. De suyo todo esto no es erotismo fútil y descerebrado, en cambio, pura representación filosófica de lo que es la naturaleza en general, y si pasa por cruel, es de cara al que no disfruta inexorable e individualmente en y por ella.

Bibliografía

Sade, Marqués de. Filosofía en el tocador. Web: LibroDot.