La película Cars cuenta la historia de Rayo McQueen, un auto de carreras joven, veloz y muy confiado que sueña con ser el mejor y ganar la Copa Pistón, el trofeo más importante del mundo del automovilismo. Su lema es “yo soy velocidad”, y todo en su vida gira alrededor de la fama, los patrocinadores y llegar primero a la meta.
Sin embargo, su actitud arrogante lo lleva a meterse en problemas. Durante un traslado al último tramo del campeonato, Rayo se pierde en el camino y termina en un pequeño y olvidado pueblo llamado Radiador Springs, en la vieja Ruta 66. Allí, por accidente, destruye parte de la carretera principal, y como castigo, el juez local Doc Hudson lo obliga a repararla antes de irse.
Al principio, Rayo estaba desesperado por marcharse, pero con el paso de los días empieza a conocer a los habitantes del lugar: Mate, una grúa simpática y algo torpe; Sally, una elegante Porsche que dejó la ciudad para vivir tranquila; y el propio Doc, que resulta ser un antiguo campeón de carreras conocido como el Fabuloso Hudson Hornet.
A través de ellos, Rayo aprende una lección muy diferente a la de las pistas: la importancia de la amistad, la humildad y el valor de disfrutar el camino en lugar de solo pensar en la meta. Radiador Springs le enseña que hay cosas más importantes que ganar, como ayudar a los demás y encontrar un lugar donde uno se sienta en casa.
Cuando finalmente regresa a competir en la gran final, Rayo demuestra cuánto ha cambiado. En lugar de aprovechar una oportunidad para ganar, decide detenerse y ayudar a un rival accidentado a cruzar la meta. Aunque no obtiene el trofeo, se gana algo más valioso: el respeto del público y el cariño de quienes ahora considera sus amigos.
Al final, Rayo vuelve a Radiador Springs, revitaliza el pueblo y comparte su éxito con el equipo que lo ayudo.
