¿Qué es la religión? ¿Dónde surge la religión o en dónde ubicamos su origen? ¿Es la religión un culto? ¿Es una virtud? ¿Es un sistema de creencias? ¿Está relacionada de manera esencial con los dioses? ¿Es un invento humano, con qué propósito lo sería? Todos tenemos cierta idea de qué es la religión, pero de igual manera, todos tenemos algunas, sino bastantes dificultades a la hora de dar una explicación de eso que suponemos entender. Pretendemos adentrarnos un poco a la reflexión sobre el fenómeno religioso, el hecho religioso o simplemente la religión. Como primer apunte, confirmamos con algunos autores, que la religión es anterior a la filosofía, ya que el “sentimiento religioso” surgió en el ser humano mucho antes que la reflexión filosófica pretendiera explicarlo, esto es, desde tiempos remotos los hombres y mujeres creían en sus dioses y en consecuencia los adoraban, en cambio, el pensar filosóficamente se dio mucho tiempo después. Hoy la fenomenología de la religión tiene como objeto el estudio de todo aquello que se relaciona o vincula con la religión, experiencia religiosa, mitos y ritos, pretendiendo describir el hecho religioso; y el objeto de la filosofía de la religión son los fenómenos religiosos en general. 
Antes de pretender dar a la experiencia religiosa una explicación racional, necesitamos asomarnos un poco a su origen y surgimiento, así como tratar de entender por qué parece impregnado en lo profundo del espíritu humano, ¿viene del exterior a anidarse en él o acaso será que allí se origina? En primera instancia, estamos dando por sentado lo que nos parece que no tendría objeciones: la religión es algo exclusivamente humano. Investigaciones sobre la conducta humana han encontrado alguna similitud con ciertas reacciones y comportamiento animal, especialmente en al área instintiva de supervivencia y reproducción; asombrosamente también en algunos aspectos “sociales o comportamientos de grupo”, aun de memoria y reacciones a ciertos estímulos. Pero en el mundo de los animales irracionales, no hay ninguna analogía con lo que significa, o parece significar, la religión para el hombre: una relación con energías y poderes superiores que son adorados, despiertan temor unas veces y confianza en otras (Coreth, 2023, 14).
Si es la religión un fenómeno exclusivamente humano, ¿no tendrá su origen y fundamento en la esencia misma del hombre? Independientemente del grado de reflexión a que se llegue, ha habido en el ser humano, desde que lo es, una concepción del mundo y de la vida, una cosmovisión, y prácticamente en todas ellas sobresalen ideas de tipo religioso. ¿No será esta una de las razones por las que la religión no ha podido erradicarse ni por la reflexión filosófica desde los presocráticos, ni por la crítica teórica desde la Ilustración pasando por el escrutinio del positivismo, y por qué tampoco ha podido matarse a Dios conforme a la pretensión de Nietzsche, ni siquiera por medio de la violencia, como lo pretendieron las dictaduras ateas del siglo XX?
Asomándonos un poco a las primeras reflexiones filosóficas, que pretendieron explicar racionalmente el fenómeno religioso, que dicho sea de paso mantienen su actualidad, encontramos que, según testimonio de Platón, fue Protágoras (490-420 a.C.) uno de los primeros filósofos que habrían llamado la atención sobre el hecho de que el ser humano es el único animal que tiene religión (Cf. Platón, Protágoras, 322 a) afirmando incluso que este tiene características y un parentesco con la divinidad. Desde esta perspectiva, el ser humano difícilmente podría prescindir de algo que forma parte de su esencia. Lo que respondería a muchas cuestiones como las arriba planteadas. Sin embargo, con Demócrito (460-360 a.C.), asoma ya la idea del terror a los elementos de la naturaleza, rayos, truenos y relámpagos, así como a los eclipses, atribuyéndolos a los dioses. Es esta línea de pensamiento la que ha sido continuamente retomada para afirmar que, si la religiosidad es producto del miedo a los fenómenos naturales, este puede ser superado una vez conocidas las causas reales de aquellos fenómenos. Pero vemos que en el presente, cuando dichas causas son por demás conocidas, no han hecho desaparecer la religión. Una tercera y última vía a que aludiremos en este pequeño escrito, es la de otro sofista, Critias (460-403 a.C.) quien sostuvo la por demás interesante hipótesis de que la religión fue introducida por gobernantes astutos con el objetivo de mantener el orden social.
En este primer asomo a las explicaciones de tipo filosófico respecto al fenómeno religioso, aducimos a tres vertientes que al paso de los siglos han sobrevivido y muchos en la actualidad de manera consciente o no, nos adherimos a alguna de ellas, en mayor o menor medida y acaso con algunas leves variantes. La idea de Critias, retomada en parte por Aristóteles en su momento, fue maximizada no hace mucho por Karl Marx (1818-1883 d.C.), al opinar de la religión como el opio de los pueblos, aquella droga que idiotiza la inteligencia y somete al poder político a las masas, idea muy arraigada hasta hoy, pero que desvía el discurso tanto como evade la reflexión de por qué no se ha podido erradicar el sentimiento religioso cuando ha habido muchos esfuerzos en ese sentido, pero este sobrevive al paso de los siglos, en todas las culturas y épocas y bajo una presión inmensa de diversidad de escuelas de pensamiento, así como de sistemas políticos. Esto allana el camino a otra reflexión: ¿Cuál es entonces el motivo por el que el hombre del siglo XXI continúa siendo religioso?
¿Tendrá alguna respuesta u orientación el positivismo del siglo XIX con su pretendida aplicación del método científico al estudio de todos los fenómenos, incluido el religioso, y su postulado de los tres estadios? Ya veremos…
Bibliografía.
Evans Stephen. 2023. Una Historia de la Filosofía Occidental, de los Presocráticos al Postmodernismo. Salem, Oregon: Kerigma.
González Antonio. 2020. Buscar a tientas, una reflexión sobre las religiones. Barcelona: Ediciones Biblioteca Menno.
Coreth, Emeich. 2023. Dios en la Historia del Pensamiento Filosófico. Salamanca: Sígueme.
