La recepción de la obra de Michel Foucault en México ocurre de manera anticipada respecto a otros espacios geográficos; debido a su mayor cercanía a Francia, lo natural sería que su asimilación fuera más pronta. No ocurre siempre esto, y en el caso de Foucault y su recepción en México, es una contundente y revolucionaria adaptación de sus ideas a la compleja realidad mexicana. Dicha recepción ocurre gracias al filósofo y guerrillero Rafael Sebastián Guillen Vicente, mejor conocido como el Subcomandante Marcos. Como dirigente del movimiento insurgente zapatista, surgido en Chiapas en 1994, Rafael Guillén nos expone todo un abanico de posibilidades prácticas, las cuales lleva a cabo, algunas con éxito rotundo, y otras como latencia y proyección en un horizonte futuro.
Un factor relevante en la recepción del corpus teórico de Foucault en México fue la labor editorial de Arnaldo Orfila Reynal, como nos expone Valentín Galván en su artículo:
“La proximidad cultural y geográfica de Estados Unidos no influyó en la recepción mexicana, sin olvidar que la mayoría de los textos de Foucault, Althusser y Lévi-Strauss se publicaron en México antes que en España y EE. UU. El responsable de esta ardua labor editorial fue Arnaldo Orfila Reynal, primero como director del Fondo de Cultura Económica (FCE) y después con la creación de su propia editorial, Siglo XXI Editorial. La mayoría de la obra de Foucault está traducida en Siglo XXI”
Es importante señalar la trascendencia social que tiene la labor editorial, muchas veces tachada de irrelevante, al facilitar el acceso a obras de gran tesitura social y política. Ese es el primer paso para que los investigadores y estudiantes tengan las herramientas necesarias para pensar y actuar, esto es, la teoría y la praxis, trascendente para cualquier disciplina filosófica.
Sin embargo, más allá de la gran relevancia que tiene el ámbito editorial en la divulgación del conocimiento, lo primordial es la recepción y asimilación de las teorías, y sobre todo, la puesta en escena práctica, de la cual los principales actores son los individuos inmersos en la realidad social específica; sin este ingrediente, las letras vivas se convierten en letras muertas, es decir, la interpretación es lo que realmente le da vida a la literatura; no obstante, la interpretación requiere de praxis: vivencia y prójimo.
Es digno de notar cómo la obra de un francés, en este caso Foucault, cuya obra es rica y revolucionaria en cuanto a la crítica y configuración del poder instituido, aunque algunos lo pueden juzgar como idealista, desde la perspectiva estructuralista en que algunos lo clasifican; aunque es difícil clasificarlo realmente, dado su estilo y pensamiento tan peculiar y fructífero.
La tesis para obtener el grado de licenciatura en filosofía por parte de Rafael Guillén fue expuesta en 1980. Misma época en la que el pensamiento de Foucault estaba dispersándose en el orbe de habla hispana, en México gracias a Editorial Siglo XXI. Sus ideas, al impactar en la realidad mexicana, provocaron en el joven Guillén, sin duda, un gran cataclismo y parteaguas en su pensamiento, al grado que, combinándolo con su bagaje marxista althusseriano, configurarían en él su profunda vocación de luchador y redentor social: una suerte de mesías benjaminiano adaptado a la geografía de la selva lacandona. Así nos lo resume en su tesis universitaria: “De entrada señalamos que la filosofía es lucha de clases teórica” (Guillén, 1980). Lucha de clases llevada de la sociedad a la academia, al trono intelectual del pensamiento, para librar ahí las más profundas batallas, cuyo propósito final será revolucionar el pensamiento, y por ende la realidad. Y desde Francia, el acompañante ineludible del subcomandante escribe:
“Diríase, pues, que una formación discursiva se define (al menos en cuanto a sus objetos) si se puede establecer semejante conjunto; si se puede mostrar cómo cualquier objeto del discurso en cuestión encuentra en él su lugar y su ley de aparición; si se puede mostrar que es capaz de dar nacimiento simultánea o sucesivamente a objetos que se excluyen, sin que el mismo tenga que modificarse” (Foucault, 1970)
El discurso como clasificador, que constituye así mismo el poder, el discurso del poder, que asigna a los otros sus roles respectivos en la escena social. Este discurso, desde luego, es lenguaje, es epistemología, historia, política y finalmente educación. Siendo esta última área donde se enfocará Guillén en su tesis. Asentando la increíble y efectiva injerencia del poder, a través del Estado, en la formación de los estudiantes, en cualquiera de sus niveles, haciendo exégesis de cómo los individuos son adoctrinados para tener y aceptar un rol determinado dentro del entramado social y económico, y cómo estas constituyen lo que denomina “relaciones de producción”, las cuales son las que al final de cuentas sostienen la economía capitalista.
El gran mérito de Guillén y la lucha zapatista se resume en este párrafo:
“Los hombres y las mujeres zapatistas han planteado, con más fuerza e imaginación que ningún otro movimiento en el mundo, un problema que en la actualidad resulta esencial: ¿cómo combinar democracia e identidad?” (Ybon Le Bot, 1997).
Esa combinación, esa pregunta, que difícilmente llevada a la praxis política puede tener una respuesta satisfactoria, por lo menos hace, en tentativa, abrir nuevos horizontes de pensamiento y reflexión respecto a lo político. El caso zapatista en Chiapas es un proyecto político, social y económico, cuyas repercusiones en la posmodernidad son de grandes magnitudes, algunas aún no vistas, germinales.
Recapitulando. Foucault, gran teórico del poder, el estructuralismo, el lenguaje y la biopolítica, fue un intelectual cuya obra marcó un antes y un después en la escena intelectual mundial. En México, gracias a las pertinentes traducciones de Editorial Siglo XXI, Guillén tuvo acceso a la obra de Foucault, introduciéndolo en su tesis de licenciatura. Guillén asimilará a Foucault adaptándolo a las problemáticas y realidades mexicanas, consolidando un fuerte liderazgo político y social con los indígenas de la selva lacandona, fundando el EZLN, creando la guerrilla posmoderna con un gran bagaje de teoría social. La estigmatización, e incluso burla, del personaje del subcomandante Marcos queda explicada en este párrafo del mismo Guillén:
“El individuo ha sido empapado de las evidencias del poder y sus ordenamientos; estos permitirán la inscripción de sus prácticas en los espacios de funcionamiento, del ‘buen proceder’, que ha establecido la ideología dominante”. (1980)
Tememos encontrar a los monstruos que nos liberen de nuestras ataduras, añado.
Referencias
- Foucault, Michel. Arqueología del saber. Siglo XXI Editores. México D.F. 1970.
- Guillén Vicente, Rafael Sebastián. Filosofía y educación. Tesis de licenciatura FFyL, UNAM. México D.F. 1980.
- Galván García, Valentín. La recepción de Michel Foucault en Méjico, EE.UU. y España. Revista Laguna 35, Facultad de Humanidades, Universidad Pablo de Olavide. Sevilla. 2014.
- Le Bot, Ybon. El sueño zapatista: Subcomandante Marcos. Editorial CDD. México D.F. 1997.
