Categoría: Filosofía

Por: ALEJANDRO VILLANUEVA / Fecha: diciembre 1, 2025

Un periplo ontológico por San Agustín, Hegel y Benjamin.

La obra de Agustín, Hegel y Benjamin hace una aproximación muy interesante a la historia, desde la perspectiva filosófica, la cual conviene analizar como la vivencia de parteaguas históricos que a los tres les tocó vivir y que influyeron en sus cuerpos teóricos.

Estas tres tendencias de pensamiento son una tentativa de redimir lo real, es decir, salvar lo real y la historia del olvido y del sinsentido. Utilizando formas y métodos diferentes, de alguna manera logran su cometido: orientar el pensamiento hacia el sentido y el ser de la historia, y por ende de lo humano.

La filosofía de la historia, que como disciplina propiamente parece conformar sus rudimentos indirectamente en la obra de San Agustín, nos muestra una concepción del devenir del acontecer humano, con un sentido y un propósito definido, en este caso particular, dentro del paradigma cristiano; apareciendo vencedor luego de las disputas con algunas herejías y con los paganos mismos. De alguna manera, la historia abordada desde la perspectiva de Agustín de Hipona nos exhorta a una profunda reflexión de sentido sobre la cuestión del mundo. Lo real, el mundo, la cotidianeidad, parecía estar errante luego de la caída de Roma. Los valores que sostuvieron al gran imperio fueron invertidos, reacomodados y, en algunos casos, eliminados, para que la cristiandad —inmersa ya en Roma previa a la caída— consolidara y constituyera la concepción de lo real: una formulación teleológica que configuraba todo lo real, partiendo de la Ciudad Terrenal, hacia el objetivo redentor y utópico de la Ciudad de Dios.

En Hegel ocurre algo parecido, es decir, los eventos históricos son convulsos también per se; la Revolución francesa era una vuelta de tuerca muy interesante de todo el vivir europeo, un antiguo régimen se venía abajo —similar, guardando toda proporción, a la caída de Roma—, las monarquías nacionales de rancio abolengo que habían reinado en Europa. Hegel, lo que hace con su Espíritu Absoluto es una racionalización del acontecer, una directriz de sentido, que aprehendiera toda la compleja situación del mundo que le tocó vivir, y con el cual poder abordar el pasado y vislumbrar el porvenir: filosofía de la historia en su más pura expresión. De alguna manera, la actividad redentora del Espíritu actúa desde la materia y la supera dialécticamente, haciéndola racional y, desde el sistema de Hegel, real.

Walter Benjamin vivió una crisis epocal de tremenda envergadura histórica, el inicio de un nuevo orden mundial en el cual aún estamos inmersos, y que sin duda está a la misma altura histórica que la caída de Roma o la Revolución Francesa: la Segunda Guerra Mundial. Benjamin intenta redimir lo real, la humanidad y la historia mediante la adquisición de un órgano de conocimiento, la filosofía de la historia, que rescatara dialécticamente a los vencidos del pasado, a los derrotados, al lado ciego de la historia. Valiéndose así mismo de la lucha de clases marxista, y apalancado al mismo tiempo en la teología judía —nada lejana a San Agustín y su Ciudad de Dios—, pretende constituir una historia de los vencidos, que proyecta así mismo una utopía redentora.

Como podemos vislumbrar, las obras de estos tres próceres del pensamiento son un viaje hacia el sentido, hacia lo humano y lo histórico. En su búsqueda inexorable, el ser que da sentido y configura la realidad cobra una nueva forma, enriqueciéndonos y haciéndonos más humanos, más racionales, conscientes; en suma, guiándonos al difícil pero hermoso camino de la solidaridad y la bondad.