La procesión como resistencia al secularismo urbano
En el presente artículo se analizará un concepto sumamente importante en nuestra realidad tanto hispana como casi global, puesto que la presencia de las procesiones de tipo religioso, en especial la católica, es algo inherente a una sociedad religiosa y más aún cuando está presente la católica que, por su epistemología, busca la conversión y la evangelización de las personas. Pero algo con lo que se vio contrapuesto es el de la modernidad, se configuró como una especie de regularización de los espacios, volviéndolos sumamente seculares, organizados siempre en torno a la productividad, movilidad y el consumo. Esto se ve ejemplificado en el urbanismo contemporáneo, con sus avenidas, transportes y centros comerciales, que tienden a invisibilizar lo sagrado y de manera casi neurótica, en donde las casas son de 1 a 4 plantas, pero los edificios encargados del comercio buscan la majestuosa idea para poder opacar la arquitectura religiosa y sus campanarios. Pero lo católico generó una articulación para poder romper con las procesiones católicas que interrumpen de manera directa ese orden productivo y religioso. Esto, más que ser un simple hecho del folclore, es una constitución de una resistencia de tipo cultural y espiritual frente a la secularización. En este artículo se abordará desde tres aristas principales: la ciudad moderna como un espacio secular, la procesión como una especie de reapropiación simbólica del espacio urbano y el tercero es el valor filosófico como un acto de memoria y trascendencia de la modernidad.
1. La ciudad moderna como espacio secular
Ahora bien, el proceso de secularización ayudó a generar transformaciones de las ciudades europeas e hispanoamericanas, donde autores como Charles Taylor en A Secular Age (2007) articulan que la modernidad generó un mundo cerrado, pero que al intentar trascender eliminó lo sagrado, y si se hace manifiesto, es en lo personal y privado. Ahora bien, en la ciudad moderna, el tiempo siempre se genera a partir de términos de productividad y los espacios se orientan a la movilidad y al comercio.
En el espacio urbano se ve siempre a través del tráfico y su ritmo sumamente acelerado, donde se dificulta la irrupción de lo sagrado y la calma que da. Las iglesias, aunque siempre presentes, se ven rodeadas de dinámicas económicas que desdibujan su centralidad en lo intelectual, pero en lo material no. Frente a este panorama, se ve que las procesiones se encuentran interrumpidas de la normalidad secular, recordando siempre que el espacio público puede abrirse a significados que trascienden lo utilitario.
2. La procesión como reapropiación simbólica del espacio público
Se debe entender que las procesiones llegan a transformar de manera radical el sentido de la ciudad, puesto que las calles, que usualmente son vías de tránsito, se convierten en sendas sagradas; las plazas, que se usan como comercio, se orientan a la comunidad, generando un convivio de semejantes. Por lo tanto, este desplazamiento no es solo logístico y estructural, sino simbólico.
Por lo tanto, al recorrer las ciudades con imágenes, velas y silencios, la procesión ayuda a generar una aseveración en la cual lo religioso no se encuentra solo en el templo, sino que impregna la totalidad de la vida social. De este modo, el espacio público se reconfigura como un espacio de memoria y trascendencia.
Autores como Émile Durkheim ya habían señalado que lo sagrado no solo se puede experimentar en lo privado, sino que requiere manifestaciones colectivas (Las formas elementales de la vida religiosa, 1912/2003). Por lo tanto, la procesión ayuda a cumplir esta función, donde se reafirma una especie de identidad comunitaria que gira en torno al misterio católico pascual.
3. Filosofía y cultura de la resistencia procesional
Para poder complementar las ideas de este artículo, analizaré el punto de vista filosófico, donde se ve claramente lo que significa la procesión: ayuda a constituir un acto de resistencia al tiempo, que se observa con una aceleración desmedida, dando como resultado que también se vea fragmentado. Puesto que la ciudad moderna, como anteriormente se mencionó, se encuentra organizada por horarios específicos de labor y calendarios de tipo productivo, la procesión irrumpe como una especie de tiempo distinto, un anti-tiempo, donde su tiempo litúrgico interrumpe de manera directa lo cotidiano para poder abrir un horizonte a la trascendencia y la tradición.
Ahora bien, en términos fenomenológicos, se puede ver que la procesión resignifica la experiencia del caminar, puesto que no es el simple desplazamiento que se comprende comúnmente, sino que, a través de la peregrinación, se vuelve un ritual que convierte a la ciudad en símbolo. Michel de Certeau, en La invención de lo cotidiano (1980), articula una idea sumamente interesante: la de generar nuevos significados del espacio. Puesto que la procesión se da como una herramienta que genera un paradigma, haciendo uso de esa herramienta, ayuda a caminar juntos para poder testimoniar de manera pública la fe, reconfigurando el sentido urbano de la productividad.
La procesión recuerda que la modernidad llegó para eliminar la necesidad de algo trascendente, puesto que de manera idílica el secularismo busca a toda costa dar el resultado de un individuo solo y encerrarlo en la inmanencia. El acto procesional ayuda a decir que la ciudad también pertenece a Dios y, además, se encuentra consagrada con nombres de santos, como es el caso de la mayoría de las ciudades en Hispanoamérica. Su presencia en calles modernas, entre edificios, transportes y luces eléctricas, es un signo de que lo sagrado no puede desterrarse del todo.
Conclusión
Se puede entender que la procesión católica, especialmente en las ciudades de corte moderno, constituye una herramienta que da como resultado una resistencia al secularismo modernista. Puesto que al interrumpir la funcionalidad de las calles y al resignificarlas como un espacio sagrado, da constancia de que la vida no solo se reduce al consumo, la interpretación o la productividad.
Referencias
Certeau, M. de. (1980/2000). La invención de lo cotidiano I. Artes de hacer (A. Pescador, Trad.). Universidad Iberoamericana. (Trabajo original publicado en 1980).
Durkheim, É. (1912/2003). Las formas elementales de la vida religiosa (A. Girola, Trad.). Trotta. (Trabajo original publicado en 1912).
Taylor, C. (2007). A Secular Age. Harvard University Press.
