En el presente artículo se analizará una transición que ocurrió en el periodo de la Edad Media a la modernidad, que se caracterizó por el hecho que supuso un cambio profundo en los modelos de conducta y de ideales éticos que definían la vida social y política en Occidente y que, por lo tanto, en el modelo de globalización capitalista se hace un pase a todo el mundo.
Algo que caracterizó fuertemente a la Europa medieval es que el ideal de hombre masculino heteronormativo era regido por la figura del caballero católico, caracterizado por la idea de lealtad, honor, humildad, caridad y defensa de la fe. En la modernidad se vio que emergió la figura del burgués protestante marcado por los valores de la disciplina exacerbada, el trabajo y la racionalidad económica.
Ideal católico y su contexto normativo
El caballero en la sociedad feudal era un signo que representaba el paradigma de la virtud cristiana y militar. Siempre se encontraba ligado a cabales como lo es la obediencia a la Iglesia, al señor feudal y a proteger la fe. Así como también el mantener como eje principal el honor en su vida práctica. Por lo tanto, el caballero no solo se puede tomar como una especie de cargo militar, sino más bien como donde se deposita de manera solemne en su actuar el ethos católico en el que la caridad y la acentuación se encuentran al servicio del orden teológico en primera instancia y político también.
Se puede observar de manera tácita en la literatura medieval, pasando hasta la idea de Don Quijote de Cervantes. Las novelas de caballería exaltaban este modelo de vida, en especial sobre la defensa del cristianismo y la lealtad a la comunidad, que en el sentido católico es de suma importancia, ya que la comunidad juega un papel rector en la mediación con Dios por el hecho de la tradición. Por lo tanto, esos valores se convertían en valores supremos. Este ethos respondía al mundo jerárquico y sacralizado, en donde la justicia y la moral estaban determinadas por la teología católica.
Génesis del burgués protestante
Se puede observar que, a partir de la ruptura luterana y la consolidación de las ciudades mercantiles (Inglaterra, Holanda, Bélgica), comenzó a gestarse un paradigma: el del burgués protestante. Según Max Weber, la ética protestante —particularmente la calvinista— colocaba en una especie de altar al trabajo disciplinado, el ahorro y la sobriedad como signos de elección divina. En este marco, el éxito económico no se entendía como un lujo, sino como prueba de la gracia de Dios, ya que ellos, al negar la existencia del pecado, necesitaban observar otro modo de salvación y también de la gracia divina.
El burgués protestante encontró una manera de desplazar el énfasis del honor y la responsabilidad comunal hacia una especie de responsabilidad personal y la falsa racionalización afrancesada que se especializa en la moral y la ética moderna. La riqueza se podía ver como el fin de la existencia del ser humano y era completamente legítimo dejar familia, amigos y Estado para poder alcanzarla. La disciplina y la dedicación al trabajo se generaron como el eje principal del culto protestante. Este ethos burgués sentó las bases para que el capitalismo moderno, en cultura y epistemología, encontrara eficiencia y la productividad se volviera la virtud principal.
Bases epistemológicas y su desarrollo
El ver que solo esto generó un cambio económico es verlo de una manera reduccionista, sino más bien que es la génesis de otra sociedad y sus prácticas, puesto que fue un cambio religioso (génesis moral y escatológica), filosófico (moral y ética), estatal-gubernamental (democracias) y económico (trabajo y expansión). Esto se ve en el hecho de que el ideal caballeresco se encontraba ligado a una visión más comunitaria y trascendente en cuestión escatológica católica, ya que el caballero se encontraba regido por la pertenencia al orden sagrado. Por el contrario, el ideal del burgués emerge como una especie de articulación capitalista en cuestión de la individualización, donde la salvación se encontraba vinculada estrechamente a la conciencia personal y así se generaba una relación más íntima con Dios.
Ahora bien, en el sentido filosófico, el tránsito se vio de manera clara en el movimiento donde el centro de la comunidad era el ser con Dios y Dios en el ser, pasando al ideal protestante ilustrado de la realidad con el ser y después encontrando su culmen en el Ser en cuanto ser. La ética aristotélica-tomista del caballero fue sustituida por una ética racional y práctica que se encontraba dignificada en la idea del trabajo cotidiano. Como señala Taylor (2007), cuando se presenta este cambio entró como una especie de “reconfiguración del imaginario moral” de Occidente: la virtud dejó de estar en una especie de guerra santa y se encontró ubicada en el hecho de la vida económica, en la que el burgués disciplinado encontraba ese modelo de virtud
Este nacimiento dio como consecuencia, como se mencionó anteriormente, el hecho del nacimiento del estado moderno y la secularización del poder. Lo manifestante en lo económico fue que dio pauta al nacimiento exacerbado del depredador del capitalismo y en lo cultural se desplazó la épica caballeresca por la valoración y exaltación de la vida cotidiana y la hiperresponsabilidad en lo individual y no en lo colectivo.
Conclusión
Se puede concluir que la idea del caballero católico al burgués protestante se ve como uno de los más claros cambios significativos que ha tenido la historia en Occidente. Se dio paso de una sociedad regida y cabal por los valores comunitarios y teológicos a otra muy distinta en la que su eje principal era la racionalidad económica como “autopoyética” y la disciplina individual. Por lo tanto, este tránsito no solo se articuló como la desaparición de lo religioso, sino más bien una especie de reformulación, ya que la fe dejó de expresarse en el campo de batalla para manifestarse en la ética del trabajo. Ahora bien, el burgués protestante, al igual que el caballero medieval, llegaba a representar una especie de ideal moral, pero orientado hacia intereses específicos.
Referencias:
Taylor, C. (2007). A secular age. Harvard University Press.
Weber, M. (2003). La ética protestante y el espíritu del capitalismo (J. Pérez, Trad.). Península. (Trabajo original publicado en 1905).
Huizinga, J. (1994). El otoño de la Edad Media. Alianza Editorial.
Kaye, H. J. (1991). Los orígenes de la clase media en Europa. Crítica.
Maravall, J. A. (1986). La cultura del Barroco. Ariel.
