En el corazón de la universidad, existe una facultad donde el aprendizaje trasciende los límites del currículo. Aquí, los estudiantes no acumulan conocimientos; forjan un compromiso inquebrantable con su entorno, guiados por una brújula ética y un profundo sentido de responsabilidad social que cala en lo más húmedo de su ser.

Para estar a la altura de los desafíos de nuestro tiempo, la Facultad ha emprendido una renovación visionaria de sus planes de estudio. Carreras fundamentales como Periodismo, Historia, Filosofía y Ciencias de la Información ahora se ofrecen también en una modalidad virtual, respondiendo con agilidad y flexibilidad a las demandas de un mundo en constante transformación.

La excelencia es un sello indeleble. Nuestros programas de posgrado mantienen, sin excepción, el 100% de sus reconocimientos de calidad, mientras que los estudiantes de Historia tienen la puerta abierta a becas de prestigio otorgadas por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT).

Recientemente, celebramos sesenta años de una tradición humanista que sigue más viva que nunca. La conmemoración quedó inmortalizada en el mural “El vuelo del conocimiento”, una obra que rinde homenaje a las generaciones que han construido y seguirán construyendo este proyecto, bajo la mirada simbólica y sabia del búho.

Pero esta facultad es más que un lugar de estudio; es un espacio para vivir. La vida académica late en seminarios enriquecedores, festivales literarios que despiertan la imaginación, exposiciones provocadoras y competencias que desafían la intellecto, como la Semana del Humanismo o la Semana de la Comunicación. Cada evento es una invitación a crecer y soñar en colectivo.

El corazón de esta experiencia son nuestros profesores. No son solo transmisores de conocimiento, sino cómplices en su aventura intelectual. La cercanía y la escucha activa crean un ambiente único donde ninguna pregunta es trivial y donde el diálogo fluye sin temor al juicio.

Es un entorno diseñado para pensar con claridad, relajarse y conectar con ideas y personas. Con espacios amplios que invitan a la concentración profunda o al trabajo colaborativo, la facultad es un refugio para la mente y el espíritu.

La misión es clara y poderosa: formar profesionales humanistas, capaces de enfrentar los complejos desafíos sociales, culturales y económicos de nuestra era con un espíritu crítico, una ética inquebrantable y una genuina entrega al servicio de los demás.

En esencia, la pregunta central encuentra una respuesta multifacética: ¿Por qué estudiar aquí?

* Porque agudiza el pensamiento crítico y nutre la formación humana.
* Porque es un puente vital entre la sabiduría clásica y las urgencias contemporáneas.
* Porque no es una simple institución, sino una comunidad vibrante de literatura, historia, filosofía y comunicación.
* Porque es, en definitiva, el refugio de aprendizaje donde despertar todas tus pasiones; un lugar donde la reflexión silenciosa se transforma en creación activa.