En la era digital, donde el acceso a la información es casi ilimitado, la verdad parece haberse vuelto un concepto flexible. La llamada era de la posverdad describe un fenómeno inquietante: los hechos objetivos han perdido fuerza frente a las emociones, las creencias personales y las narrativas manipuladas. En este contexto, lo que “parece verdadero” —porque resuena emocionalmente— suele ser más influyente que lo que realmente lo es.
¿Qué es la posverdad y de dónde surge?
El término fue usado por primera vez en 1992 por el escritor Ralph Keyes, pero cobró protagonismo en la década de 2010, especialmente tras el Brexit y las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016. Las redes sociales, el auge del populismo y la creciente desconfianza hacia los medios tradicionales han sido clave en su expansión.
Hoy, cualquiera puede publicar contenido sin verificar, y ese contenido puede viralizarse rápidamente si apela a la emoción, al miedo o a la indignación. Ya no se trata tanto de lo que es cierto, sino de lo que “me gusta creer”.
Mentiras virales y hechos alternativos
Durante campañas políticas recientes, las fake news se convirtieron en armas de manipulación masiva. Se difundieron noticias falsas sobre figuras como Hillary Clinton o teorías conspirativas sobre el COVID-19 que, pese a haber sido desmentidas por la ciencia, siguen circulando.
Un ejemplo icónico fue cuando Kellyanne Conway, asesora de Donald Trump, habló de “hechos alternativos” para justificar afirmaciones falsas. En lugar de rectificar, se ofreció otra “versión de la verdad”. Esa frase se convirtió en símbolo de esta época.
La emoción como herramienta de poder
El populismo político ha aprovechado este terreno fértil. Mensajes cargados de emoción, aunque carezcan de evidencia, generan adhesión rápida. Culpar a inmigrantes, instituciones o minorías por problemas complejos es más fácil que explicar causas reales. Y en tiempos de incertidumbre, la gente busca certezas… aunque sean falsas.
Advertencias desde la cultura
La posverdad no es nueva para la ficción. 1984 de George Orwell muestra un régimen que reescribe la historia constantemente. Fahrenheit 451 plantea un mundo donde los libros son destruidos para controlar el pensamiento. Incluso en los videojuegos, como Metal Gear Solid 2, se explora cómo el control de la información puede moldear sociedades enteras.
¿Qué hacer ante la posverdad?
Frente a este panorama, el desafío no es menor. Requiere fomentar la educación mediática, el pensamiento crítico y el hábito de contrastar información. También implica reconocer nuestras propias emociones y sesgos antes de compartir o creer en algo solo porque nos resulta cómodo.
Conclusión
La era de la posverdad no significa que la verdad haya desaparecido, sino que está en disputa. Hoy más que nunca, necesitamos defenderla no solo con datos, sino con conciencia. Porque cuando las emociones pesan más que los hechos, corremos el riesgo de construir realidades a medida… y de olvidar lo que realmente importa.