Uno de los aspectos que se puede criticar del pasado es la falta de libertad de expresión. Solo las personas con poder podían decir lo que quisieran, mientras que aquellos que osaban criticar a figuras de autoridad o poder eran castigados de diversas maneras. Podía ser desde una golpiza hasta la muerte, solo por hablar una verdad. Esto se ve desde la época de Jesús, quien fue crucificado por expresar lo que creía verdadero. Algunos podrían pensar: “Eso fue hace 2,000 años, ya no pasa en la actualidad”. Pero si echamos un vistazo a lo largo de la historia, vemos que los ejemplos son muchos más cercanos de lo que imaginamos.
Durante el Porfiriato, por ejemplo, el presidente de ese tiempo era prácticamente un dictador. Tenía comprada a toda la prensa, y quienes decían cosas no favorables para él eran castigados o incluso mandados a la muerte. Un claro ejemplo son los hermanos Flores Magón, quienes utilizaban el periódico “El Hijo del Ahuizote” para difundir sus mensajes y criticar al gobierno de Porfirio Díaz. A través de caricaturas exageradas, llegaban a la gente, especialmente a los que no sabían leer, pero como todos sabemos, uno de los hermanos fue encarcelado y, según se dice, murió por causas naturales… aunque todos sabemos lo que realmente ocurrió.
Otro ejemplo notable es el de la película “Ciudadano Kane” (1941), dirigida por Orson Welles, quien criticaba a William Randolph Hearst, un magnate de la prensa. Hearst utilizaba su poder para manipular la opinión pública, y para frenar la película, empleó su influencia sobre el director, mostrando cómo el poder de la prensa podía ser usado para fines egoístas.
A lo largo de la historia, hemos visto cómo el poder ha utilizado su influencia para callar voces disidentes. Uno de los ejemplos más trágicos de esto en la historia reciente fue la Matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, donde se silenciaron las protestas estudiantiles mediante la violencia.
La censura en nuestros tiempos
Aunque hoy en día los castigos físicos y las persecuciones no sean tan evidentes, la censura persiste, solo que de una manera mucho más discreta. Con la llegada de Internet, muchos pensaron que las cosas cambiarían para la gente común, que ahora tendríamos un espacio para expresarnos libremente. Y en parte fue así durante algunos años, pero tarde o temprano los poderosos se dieron cuenta de que el Internet podría ir en su contra.
Es por esto que, en los últimos años, la censura se ha vuelto más camuflada. Ahora, si tu comentario o video no es del agrado de quienes controlan las plataformas, simplemente no será recomendado a los usuarios, aunque tengas miles de seguidores. Tu contenido desaparece del radar, perdiendo visibilidad entre los millones de publicaciones que se suben cada segundo.
Además, las plataformas se han vuelto cada vez más “family friendly” (amigables con la familia). Esto significa que se eliminan groserías, humor negro o fuerte, críticas políticas, entre otras cosas. Aunque tu contenido no esté dirigido a un público infantil o familiar, las reglas han cambiado. Y así es como escuchamos o leemos términos como “el señor del bigotito” (en lugar de “Hitler”), “desvirvir” (en lugar de “desvirgar”), “muelte” (en lugar de “muerte”) o “fluidos rojos” (en lugar de “sangre”), y tantas otras palabras que restan seriedad a los temas que se tratan. Con todo esto, a veces se pierde el impacto de un mensaje importante.
Conclusión
Aunque todos tenemos la libertad de expresión y podemos decir lo que queramos, la realidad es que la censura sigue vigente. Los poderosos no quieren escuchar críticas, ya que eso puede dañar su reputación o afectar sus ventas. Por lo tanto, les conviene que la gente no se queje, ya que un pueblo que no habla, es un pueblo sumiso. Mientras más se silencia a la gente, más fácil es para los poderosos hacer lo que deseen sin que nadie los cuestione.
Este ciclo de censura sutil sigue perpetuándose. Así que, bienvenidos a la nueva era de la “censura silenciosa”. Tal vez en un futuro, nos encontremos viviendo en una realidad similar a la que se describe en la novela “Fahrenheit 451”.