La frase “El infierno son los otros” es del célebre filósofo existencialista, Jean-Paul Sartre, pero que significa. Significa que un ambiente donde la gente a nuestro alrededor nos odia eventualmente para que empecemos a odiarnos a nosotros mismos. Si la relación que tenemos con las personas a nuestro alrededor es una llena de veneno y distorsión, en pocas palabras, relaciones tóxicas entonces realmente el infierno existe en los otros en nuestra comunidad, en la gente que nos rodea.
Existe una creencia de que el sufrimiento nos vuelve mejores personas, que nos hace más empáticos y que nos hace querer evitar que otras personas sufran en el futuro. Pero eso no es cierto: el sufrimiento no nos hace más nobles o empáticos; al contrario, el sufrimiento nos hiere, nos marca, son puntos neurálgicos que nos limitan. La gente herida hiere a otras personas esa es una realidad es un ciclo de abuso del que estas personas son parte incluso si no se dan cuenta si en tu infancia tuviste unos padres abusivos, será normal que en una etapa adulta tus emociones te jueguen en contra, te afecten cosas que a otros no o incluso sería normal que hagan sufrir a las personas que te rodean sin darte cuenta por qué esto fue lo que te hicieron lo que aprendiste el sufrimiento obstruye nuestra vida y nos limita al superar eventos difíciles es cuando potenciamos quienes somos.
Una persona que tiene problemas con las relaciones sociales puede experimentar frustración, enfado, sensaciones de rechazo e incluso sentirse infravalorado.
Los problemas de relaciones sociales surgen cuando una persona no tiene las habilidades sociales necesarias para convivir con los demás. También puede ocurrir que la persona tenga otro tipo de problemas como ira o agresividad, o que tenga sentimientos de inseguridad.
Todos hacemos daño y lo recibimos, el odio y el dolor pueden consumir incluso a los más fuertes por eso es de suma importancia saber gestionar las emociones en medio del dolor, el sufrimiento mal gestionado nos convierte en alguien incapaz de empatizar, interpretamos el mundo no como es sino como lo percibimos.
Al finalizar podemos entender que las relaciones que tenemos con los demás son importantes, cada persona tiene su identidad, esta misma afecta al mundo a su alrededor y cómo interactúan con él, las relaciones intrapersonales nos afectan y como nosotros afectamos a otras personas para bien o para mal.
El infierno son los otros, pero el cielo también son los otros. Es difícil abrirse a otros, te vuelve vulnerable, pero no te hace débil y hay que creer, que vale la pena. La única forma en la que vamos a sufrir y vivir en un mundo cruel e indiferente es no siéndolo nosotros también.