Ocio y Automatización

El tema de la automatización es un fenómeno cada vez más relevante para la economía mundial, y ha marcado el rumbo de las grandes industrias en los últimos años. Para muchos la clave de la liberación del hombre, de la necesidad del trabajo, para otros el origen del creciente desempleo mundial. La automatización se nos presenta, pues, de forma ambivalente, propio de su naturaleza técnica, esta brinda a la mente una posibilidad infinita de imaginaciones, imágenes de un mundo tecnológico en dónde todas las necesidades están cubiertas por las máquinas, por otra parte, anunció también un estado de crisis. A la conciencia contemporánea no se le vende tan fácil el cuento futurista, y su imaginación se va con mayor velocidad a las distopías que a las utopías tecnológicas. Ya que el siglo XX se encargó de mostrar las capacidades destructivas del progreso, y lo que alguna vez fue el pilar fundamental del proyecto moderno, hoy muestra solo su otra cara. Conviene, pues, hacer un acercamiento al fenómeno de la automatización para vislumbrar su funcionamiento, sobre todo con el objetivo de comprender cómo afecta la dignidad del trabajador. 

Aunque parezca evidente, la relación entre la automatización y el crecimiento de los índices de desempleo no es tan directa. Al introducir mejoras tecnológicas a los procesos de producción, se espera un aumento de producción, sin embargo, este aumento en la producción se volverá posteriormente la norma al regularizarse el uso de la nueva tecnología en la industria, de tal manera que las empresas deben buscar maneras alternativas de ganar mayores beneficios que las competidoras se ve alentado a aumentar la producción o disminuir los costos del capital variable. El aumento en la producción puede hacerse, ya sea, mejorando los procesos y tecnologías involucrados en el proceso, y a través del aumento de la labor humana. De manera que de cualquier forma el trabajador se ve perjudicado, pues el aumento en producción originado por la automatización, se vuelve después la norma, y al buscar superar los márgenes de producción establecidos en primer lugar, al ser las máquinas capital constante, solamente la labor humano es posible objeto de cambio para mayor beneficio. 

Desde mediados de la década de 1960, a medida que los excedentes de mano de obra crecían a escala global, las empresas multinacionales empezaron a explotar los diferenciales contractuales existentes en los diversos mercados de trabajo, enfrentando a los suministradores entre sí para obtener una fuerza de trabajo productiva a un precio bajo que utilizaban para competir en unos mercados globales caracterizados por el exceso de oferta (Benanav, 134).

De esta manera pueden verse las consecuencias del aumento de productividad y la mano de obra excedente en un mercado cada vez más abierto, y cómo esto da como resultado la explotación de los países con salarios más bajos, dando como resultado un aumento en la subcontratación global.

Las gráficas de tasas de desempleo en países desarrollados muestran repiques en los 80s, 90s, y en la crisis del 2008, sin embargo, después de estos altos picos de desempleo, parece haber cierta tendencia hacia la baja, lo cual ha sido utilizado en argumentos que niegan que la automatización genera desempleo. Sin embargo, y siguiendo con el punto anterior, la automatización quizá no genere directamente desempleo, sino, al contrario, más empleo, aunque menos digno. Como mencionamos anteriormente, parece haber una tendencia hacia la desvalorización del trabajo del obrero, que al encontrarse percibiendo un salario más bajo, no tiene más opción que conseguir más trabajos. Podemos ahora resaltar la tendencia del mercado laboral de cada vez ofrecer a las personas múltiples trabajos, de periodos cortos, y que generalmente no ofrecen los beneficios mínimos establecidos por la ley, está denominada “Gig Economy” ha dado como resultado un futuro del mercado laboral sumamente incierto para jóvenes y adultos, además de una sobreexplotación laboral inevitable, pues un solo trabajo se vuelve cada vez más insuficiente para la existencia.  

La lógica de la subcontratación también entra en juego en el sector servicios, que sigue una dinámica distinta al sector manufacturero, donde el aumento de producción depende del aumento de la productividad, aquí el aumento está sujeto a la demanda, de tal manera que siguiendo a Benanav: mientras la tasa de crecimiento económico continúe bajando producto de la sobrecapacidad industrial y la falta de un motor alterno de crecimiento, de igual manera la demanda de servicios tenderá a la baja, con lo que la opción más viable para los empleadores resulta ser la aplicación de esquemas de subcontratación para aligerar costos, y aumentar la demanda.

Todo esto da como resultado una desvalorización general del trabajo humano, y necesariamente de su condición. Cada vez más las personas se enfrentan a la necesidad de venderse a múltiples trabajos, y cada día les queda menos tiempo para sí mismos, para el recreo y el descanso, en fin para el ocio, que ha sido históricamente situado en oposición al trabajo. Siguiendo a Aristóteles, hay en la vida actividades necesarias y útiles (denominadas serviles) y otras actividades nobles, en donde las primeras se hacen con las segundas como fin (Política, 1333a). Así el trabajo se hace como movimiento dirigido hacia el ocio, y esto no resulta ajeno a la mente contemporánea, ¿para qué se trabaja si no es para disfrutar del tiempo de descanso con las comodidades fruto de nuestro trabajo?, y más aún, ¿podemos continuar en un sistema que parece haber olvidado esta verdad tan simple? La automatización, de esta manera, atenta directamente contra el ocio de las personas. Y si queremos llevar por buen camino, y evitar abrir la caja de Pandora incluida con el don técnico, debe implementarse una regulación a la automatización, de manera que el beneficio obtenido por el ahorro del trabajo sea realmente un beneficio para los trabajadores, y que ese tiempo no sea una nueva vara sobre la cual posteriormente medir la productividad en esa búsqueda incesante de acumulación y generación de nuevo capital. Mientras que la automatización no se lleve a cabo por los obreros mismos y en su beneficio, su creciente utilización solamente conducirá a la degradación de la calidad de vida de los trabajadores, y, en suma, al aniquilamiento del fin mismo del trabajo: el ocio.

Referencias

Aristóteles. Política. Edited by Manuela García Valdés, translated by Manuela García Valdés, Gredos, 1988.

Benanav, Aaron. “LA AUTOMATIZACIÓN Y EL FUTURO DEL TRABAJO — II.” New Left Review, no. 120, 2020, pp. 125-158.

 

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