Por: Luis Carlos Rascón
Introducción
A simple vista, parece una tendencia inofensiva: dispositivos electrónicos pequeños, de colores brillantes, con aromas dulces y nombres atractivos como “mango ice”, “bubble gum” o “cotton candy”. Sin embargo, los vapeadores — también conocidos como cigarrillos electrónicos— se han convertido en una de las principales preocupaciones de salud pública entre los adolescentes en el estado de Chihuahua. Su creciente uso en preparatorias y bachilleratos ha encendido las alarmas entre autoridades escolares, médicas y padres de familia, quienes advierten sobre una adicción silenciosa que avanza entre los jóvenes bajo la apariencia de modernidad.
El inicio temprano de una adicción
De acuerdo con datos oficiales de la Secretaría de Salud del Estado, más de 43 mil adolescentes en Chihuahua han utilizado cigarrillos electrónicos alguna vez, una cifra que duplica a los 22 mil que reportan haber fumado cigarro convencional. Lo más alarmante es que cerca de 4 mil de estos jóvenes ya presentan dependencia crónica a la nicotina. “Los estudiantes están comenzando a vapear desde los 10 o 11 años, incluso antes de entrar a la secundaria. Esto es un problema de salud que se está saliendo de control”, advierte el Dr. Samuel Anchondo que atiende el área de urgencias en el hospital Morelos del instituto mexicano del seguro social (IMSS) ubicado en la ciudad de Chihuahua.
La edad promedio de inicio en el consumo de tabaco y vapeadores en Chihuahua es de 10.6 años, apenas por debajo del promedio nacional, que es de 10.7. Uno de los factores clave en este fenómeno es la percepción errónea que tienen los adolescentes sobre el vapeo. “Ellos creen que no hace daño, que es menos perjudicial que fumar cigarro, y que pueden dejarlo cuando quieran. Pero la realidad es que la nicotina que contienen estos dispositivos es mucho más adictiva”, señala el Dr. Anchondo.
Una moda disfrazada de inocencia
Los vapeadores están diseñados para atraer. Son pequeños, portátiles y fáciles de ocultar. Algunos incluso parecen memorias USB o marcatextos, lo que permite a los estudiantes usarlos en los baños o salones sin ser detectados. En el mercado, los dispositivos pueden contener entre 6 y 36 miligramos de nicotina, cuando un cigarro convencional contiene apenas 2 miligramos.
Esto equivale a que un solo cartucho de vapeo puede ser igual a fumar entre 10 y 15 cigarros de una sola vez. Además de nicotina, los líquidos utilizados contienen químicos como propilenglicol y glicerina vegetal, a los que se les añaden sabores artificiales y, en algunos casos, sustancias más peligrosas como tetrahidrocannabinol (THC) o metales pesados.
Consecuencias invisibles
Según cifras de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), el 98% de los vapeadores en circulación se comercializa de manera ilegal. Los jóvenes acceden fácilmente a estos productos contactando a vendedores anónimos que ofrecen entregas a domicilio o en puntos cercanos a las escuelas. No hay control de edad ni verificación de identidad. “Los piden como si fueran artículos en línea. Algunos hasta los reciben en la puerta de su casa sin que nosotros como padres nos enteremos”, explica Karina Gutiérrez, madre de familia que comentó tener un problema de vapeadores en su hogar.
El uso frecuente de vapeadores tiene efectos graves tanto a corto como a largo plazo. La exposición continua a la nicotina en el cerebro adolescente puede alterar el desarrollo neurológico, afectar la memoria, la concentración y aumentar la propensión a otros tipos de adicciones.
Además, estudios recientes han demostrado que el vapeo puede causar enfermedades pulmonares agudas, bronquitis crónica y un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. “Muchos jóvenes presentan síntomas respiratorios, pero no lo relacionan con el vapeo. Hay un gran desconocimiento sobre los efectos reales de estos dispositivos”, menciona el urgenciologo doctor Anchondo.
Acciones y campañas en marcha
Ante este panorama, diversas instituciones han implementado campañas de concientización. Una de ellas es “Prende tu vida”, lanzada por el Gobierno del Estado a través del CEAADIC, la cual busca sensibilizar a los estudiantes de secundaria y preparatoria sobre los riesgos del consumo de vapeadores y fomentar estilos de vida saludables. También destaca la campaña de recolección y destrucción de vapeadores en escuelas organizada por la Fiscalía General del Estado mediante el programa GOECHI (Grupo de Orientación Escolar Chihuahuense), en coordinación con docentes, padres de familia y autoridades escolares. Estas acciones, aunque limitadas por los recursos y el alcance, han comenzado a generar diálogo entre los jóvenes y las comunidades educativas.
Redes sociales y venta ilegal
Aunque la venta de vapeadores está prohibida por ley en México desde 2022, el mercado negro ha encontrado nuevas rutas para distribuir estos productos, principalmente a través de redes sociales como Instagram, WhatsApp y Facebook. Según cifras de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), el 98% de los vapeadores en circulación se comercializa de manera ilegal. Los jóvenes acceden fácilmente a estos productos contactando a vendedores anónimos que ofrecen entregas a domicilio o en puntos cercanos a las escuelas. No hay control de edad ni verificación de identidad. “Los piden como si fueran cualquier artículo en línea. Algunos hasta los reciben en la puerta de su casa sin que los padres nos enteremos”, explica Cindy García, madre de familia, que además comentó tener un problema con el uso del mismo dentro de su familia – “Sorprendí a mi hijo usando uno, él está apenas en el bachi y cuando le pregunté por qué lo fumaba me dijo que le calmaba la ansiedad”.
Testimonios desde el aula
Es importante visualizar la otra cara de la moneda, Romina estudiante de 15 años del plantel 4 del Colegio de Bachilleres del Estado de Chihuahua (COBACH), comparte su experiencia: “Empecé a vapear por curiosa, porque mis amigos lo hacían. Me gustan los sabores y no pensé que fuera adictivo. La verdad ahora siento ansiedad o medio estresada si no tengo el vape cerca. Me dolería mucho dejarlo”. Su testimonio refleja el caso de muchos adolescentes que, sin información clara, terminan desarrollando una dependencia difícil de romper. “Se necesita mas platicas o mas conciencia acerca de su uso, no solo prohibirlo”, agrega. Por su parte, profesores como Elia Dalila Osuna maestra de literatura en el plantel 8 del COBACH creen que la clave está en la educación emocional: “Los chicos vapean muchas veces para lidiar con el estrés, la presión o la ansiedad. Si no atendemos esas causas, el problema seguirá creciendo”.
“Tuve un alumno que se desmayó en clase. Después supimos que había estado vapeando en el baño. Sus niveles de oxígeno estaban bajísimos. Era un caso claro de intoxicación por nicotina”, relata Elia Dalila y menciona que han tenido que establecer operativos para revisar mochilas incluso los sanitarios ante el aumento del uso de vapeadores. Aunque la venta de vapeadores está prohibida por ley en México desde 2022, el mercado negro ha encontrado nuevas rutas para distribuir estos productos, principalmente a través de redes sociales como Instagram, WhatsApp y Facebook.
Conclusión
El uso de vapeadores en los bachilleratos de Chihuahua no es una simple moda juvenil: es una señal de alerta sobre un problema de salud pública que requiere acción inmediata. A pesar de las restricciones legales, el fácil acceso, la desinformación y la falta de supervisión han permitido que esta tendencia se instale en las aulas. Para revertir esta situación, es fundamental una estrategia integral que incluya educación, regulación efectiva, intervención temprana y un enfoque preventivo que escuche a los jóvenes, en lugar de solo sancionarlos. La batalla contra el vapeo no se ganará en las redes sociales ni con castigos aislados, sino en las aulas, en los hogares y en las políticas públicas que prioricen el bienestar de las nuevas generaciones.
